Objeto del mes: Vida cotidiana de las mujeres de la familia Frei Ruiz-Tagle

1 de June de 2012

Si bien gran parte de la colección y espacios de la Casa Museo Eduardo Frei Montalva, hablan de la vida y obras del ex Mandatario, el inmueble fue también el hogar de una familia de siete hijos, tres hombres y cuatro mujeres. María Ruiz-Tagle y sus hijas (Irene, Carmen, Isabel Margarita y Mónica) dejaron su huella en el lugar, testimonios que nos permiten reconocer la vida cotidiana de algunas mujeres de mediados del siglo XX.

Para contextualizar la época, cabe señalar que en el período 1955 – 1960, el promedio de hijos nacidos vivos era de 5,2 por mujer (en la actualidad no alcanza los dos hijos). En este mismo tramo de tiempo, las mujeres económicamente activas promediaban el 20%, cifra que casi se ha duplicado en el presente.

María Ruiz – Tagle se casó en 1935, a los 19 años de edad. Nada extraño para la época, ya que pocas mujeres veían su futuro en la educación superior o en el mundo laboral.

La mayoría de las casas de clase media y alta tenían como jefe de hogar al padre, encargado de proveer lo necesario para satisfacer las necesidades de la familia, mientras que las madres tenían por misión criar a los hijos y ocuparse de las labores domésticas.

Las hijas de Eduardo Frei Montalva estudiaron en el Colegio Universitario Inglés. A diferencia de su madre, las cuatro fueron a la universidad, donde estudiaron carreras tradicionalmente asociadas a lo femenino: Irene (1936) estudió Historia y Geografía, Carmen (1938) Párvulos, Isabel Margarita (1940) Educación Familiar y Mónica (1943) Secretariado.

Moda y costumbres femeninas de una época

Polvera

Polvera

En Casa Museo se conserva parte de la vestimenta utilizada por la ex Primera Dama durante el período de gobierno democratacristiano (1964 – 1970). Los vestidos para fiestas y ocasiones formales destacan por el uso del dorado y brillantes, además de perlas y mostacillas bordabas, labor realizada por costureras que importaban materiales desde Argentina y España. También sombreros y abrigos de piel acompañaban a las damas en fiestas y eventos sociales, porque si bien hoy las pieles representan un tema conflictivo, en los ‘60 toda señora aspiraba a tener un buen accesorio de ese material.

A partir de la década de 1960 los conjuntos de pollera y sweater, y vestidos con chaquetas, se popularizaron entre la juventud chilena, tal como podemos observar en las fotografías de las hijas del matrimonio Frei Ruiz – Tagle. Pero la prenda que marcó la moda y las miradas de la época fue indiscutiblemente la minifalda.

Además, todas las mujeres de la casa asistían semanalmente a la peluquería, ubicada a pocas cuadras de la casa. Los peinados altos y escarmenados eran la tendencia de entonces.

Las revistas femeninas como Eva y Margarita presentaban consejos de moda para diversos momentos del año como “los días calurosos” y para “vestir a los niños en las vacaciones”, además de consejos de cocina, costura y crianza de los hijos, y por supuesto de vida social, siendo los tés de señoras y los estrenos en sociedad de las adolescentes las secciones más cotizadas. La llegada de la revista Paula en 1967, trae consigo la inclusión de temas relacionados a la mujer moderna y por primera vez, editoriales de moda hechas en Chile (1).

En cuanto a las materias primas, si bien durante estos años comienza a comercializarse en el país gran cantidad de ropa proveniente de Estados Unidos, el proceso de sustitución de importaciones significó la promoción desde el Estado de la industria textil nacional, la que satisfacía más del 90% del mercado interno (2). Los Centros de Madres (CEMA), promovidos por el proceso de Promoción Popular durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, reunieron a mujeres pobladoras para ser capacitadas en diferentes oficios, entre ellos confección, costura y tejido, permitiéndoles ingresar al sistema productivo. Las escuelas técnicas del Ministerio de Educación, se encargaron de complementar este proceso, y adicionalmente el Estado facilitó el acceso a máquinas de coser y de tejer a mujeres afiliadas a los Centros de Madres, llegando la compañía Singer a tener una filial en Chile.

Tijera de costura y Detente del Corazón de Jesús obsequiado a María Ruiz-Tagle en un Centro de Madres.

Tijera de costura y Detente del Corazón de Jesús obsequiado a María Ruiz-Tagle en un Centro de Madres.

La Primera Dama participó activamente en estas campañas a través de la Coordinadora de Centros de Madres (CEMA), visitando innumerables organizaciones y aportando con sus propios conocimientos, aprendidos en su hogar.

Una vez que Eduardo Frei Montalva asumió como Presidente de Chile, destinó una de las habitaciones de la casa como Sala de Vestir. Esto transformó el dormitorio principal en un espacio protagonizado casi enteramente por María Ruiz-Tagle. Esta huella es evidente hasta hoy al recorrer la Casa Museo, donde se pueden apreciar elementos como la cajonera utilizada como tocador, espejo de mano, tijera de costura, misal, abanicos, polveras de vidrio y un rosario obsequiado por el Papa Paulo VI, dando cuenta todos ellos de las costumbres de las mujeres de la casa.

(1) http://www.vistelacalle.com/57356/los-hitos-de-la-moda-chilena-por-pia-montalva/
(2) http://ehamuy.uchilefau.cl/investigaciones/moda/1960.htm

 

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