En febrero de 1967, Frei Montalva viajó junto a su esposa de manera sorpresiva a la Isla Juan Fernández. Luego de cuatro horas de vuelo, el entonces presidente se reunió con los habitantes de la localidad, que en la época no sumaban más de 350 personas.
Una de las particulares tareas que Eduardo Frei Montalva llevó a cabo durante su gobierno fue la de visitar la mayor cantidad de comunas y poblados de zonas extremas del país, como Putre (1970), Aysén (1966), Punta Arenas y la Antártica, con el objetivo de que la “Revolución en Libertad” y las acciones de su programa fueran implementadas por el gobierno central, sino que recoger las iniciativas de los mismos habitantes de cada lugar de acuerdo a las necesidades de su entorno local. En este contexto el día 2 de febrero de 1967, el entonces presidente realizó una particular – y sorpresiva – visita por un día a la isla Robinson Crusoe.
Un testigo directo de esta visita fue el actual encargado de la “Biblioteca pública Nº331 Daniel Defoe” de dicha localidad, Victorio Bertullo Mancilla, quien llegó a vivir en 1964 a la isla como “profesor normalista en la única escuela que existía por tres años” (1) . Según relata Bertullo, Frei Montalva se encontraba descansando en el Palacio de Cerro Castillo en Viña del Mar, cuando habría surgido la idea de viajar por el día a la isla junto a su esposa, María Ruiz-Tagle. En esta improvisada visita el Presidente fue acompañado por su edecán de la Fuerza Área de Chile y otros miembros de la FACH. El viaje de cuatro horas se realizó en un avión anfibio Grummand, que tenía la particularidad de amarizar.
Bertullo recuerda especialmente la personalidad carismática de Frei, quien dice “compartió con los habitantes de la Isla, que para esa fecha no sumaban más de 350 habitantes, durante el día de su visita junto a las diversas familias del lugar” (2).
La relación de Frei con esta alejada parte del territorio nacional había comenzado antes, ya que en 1965 el Mandatario recibió una petición de la escritora y pintora uruguaya Blanca Luz Brum Elizaide, residente en esa época en la localidad, de cambiar de nombre a las islas conocidas hasta esa fecha como “Más a tierra”, “Más Afuera” y conservar el nombre del islote de Santa Clara (3). El motivo de esta solicitud se fundamentaba en que en el lugar permaneció durante cuatro años y cuatro meses el contramaestre escocés Alejandro Selkirk, quien desembarcó del navío corsario Cinq Ports en la isla de “Más Afuera”. Sus historias fueron la fuente inspiración para la novela “La vida y extrañas aventuras de Robinson Crusoe” de Daniel Dafoe, la cual se convirtió en una de la obras más populares de la literatura de aventuras. La idea fue bien recibida por parte del ejecutivo, como una forma de potenciar el desarrollo turístico del archipiélago.
De este modo, el 13 de enero de 1966 en el Decreto Presidencial 130, se procedió al cambio de nombres de las islas. Así “Más Afuera” se convirtió en “Alejandro Selkirk”, mientras que “Mas a tierra” fue conocida desde entonces como “Robinson Crusoe”. De acuerdo al decreto, la idea de esta modificación fue “que exista adecuada identificación entre ella y el protagonista de una obra de la mayor divulgación mundial”, considerando así mismo que “este cambio de denominación no importaría, en modo alguno, restar homenaje al marino portugués descubridor de estos accidentes geográficos, pues el archipiélago continuaría denominándose Juan Fernández, nombre conocido, por otra parte, en casi la totalidad de las cartas marinas” (4).
En el mismo día que era firmado el decreto por el Presidente Frei Montalva en Santiago, el entonces Subsecretario del Interior, Juan Hamilton, y el Ministro de Defensa, Juan de Dios Carmona, hacían su arribo a la Isla en una breve gira de conocimiento por un día, siendo recibidos por el Subdelegado Fernando Rojas Gallardo (5). Hamilton declaró en ese entonces: “No cabe ninguna duda histórica, y así lo certifican los documentos, de que Selkirk fue desembarcado en la isla que hoy lleva su nombre, donde vivió sin ninguna compañía humana durante años. Todos estos antecedentes, sumados a los aspectos que hacen de esta isla un lugar maravilloso, pueden causar un impacto turístico de proporciones” (6).
A esto se sumaron varios proyectos de mejoras de infraestructura en pro de la calidad de vida de los isleños, como una pista de aterrizaje, la creación de una Cooperativa de Producción Pesquera con el apoyo de INDAP, la reconstrucción del muelle en Bahía Cumberland (7) y la limpieza de dicha bahía, llevada a cabo por los mismos habitantes. Las iniciativas que fueron manifestadas por el Subdelegado y lugareños en un cabildo abierto al que asistieron Hamilton y Carmona(8), los miembros de su gabinete designados para dar a conocer este plan de mejoras para esta parte del Chile insular.
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