Objeto del mes: El primer viaje de Eduardo Frei Montalva a Europa*

2 de noviembre de 2017

A los 22 años de edad, Eduardo Frei Montalva tuvo la oportunidad de vivir un viaje que le permitió abrir sus horizontes. En 1933, en el marco del Congreso Iberoamericano y de América Latina en Roma, viajó a Europa en representación de la ANEC.


Cualquier persona contempla un viaje como una oportunidad en la que puede aprender de otras culturas y conocerse a sí mismo. Para Eduardo Frei Montalva no fue distinto. En 1933, cuando tenía 22 años, vivió una gran aventura como adulto: viajar a Europa. Cabe destacar que se trataba de una época en la que era difícil costear este tipo de viajes, y de un tramo que tomaba cerca de 20 días de viaje, gran parte por mar.

Todo comenzó un día de 1933, cuando Eduardo Frei Montalva se encontró con Ignacio Palma (1) en los pasillos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, lugar donde solían realizarse las reuniones de la ANEC. Al subir una de las escaleras, Palma le informa: “tú, junto a Manuel (2) y Oscar Larson (3), que será el asesor, irán a Roma a representar a la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos, ANEC, al Congreso Iberoamericano y de América Latina que se realizará a comienzos del próximo año”. Después del momento de sorpresa, Frei Montalva lo primero que le cuestiona es con qué dinero espera costear un viaje a Europa para tres personas. Palma le dice que no hay que preocuparse de aquello, tendrán financiamiento de entidades como, por ejemplo, el Arzobispado de Santiago.
El Congreso tenía como finalidad conocer el panorama latinoamericano respecto al movimiento católico laico, con especial enfoque en la Acción Católica. En ese contexto, se organizaron también charlas de maestros y filósofos europeos.

Llenos de expectativas, la delegación chilena se despidió de sus amigos una mañana del 9 de noviembre de 1933, en la Estación Mapocho. Luego de un paso por Argentina (Mendoza y Buenos Aires), Uruguay (Montevideo), Brasil (Río Grande Do Sul, Santos, Río de Janeiro donde compartieron con agrupaciones de estudiantes católicos, se embarcaron a fines de noviembre rumbo al estrecho de Gibraltar.

Finalmente, el sábado 2 de diciembre llegan logran ver el Mediterráneo y las columnas de Hércules. Al otro día ya era posible ver Argel desde el mar. Y, apenas los muchachos bajaron del barco, fueron a una mezquita y vieron la oración de los mahometanos. Después de ver Cerdeña a lo lejos, el martes 5 llegan a Nápoles y después de bajarse del barco y alojarse en un hotel, salieron de inmediato a caminar la ciudad.

Luego de recorrer calles, museos, iglesias e incluso uno de los tres acuarios más grandes del mundo, viajaron a Pompeya y el jueves 7 de diciembre se reunieron con el resto de las delegaciones que también habían llegado a Nápoles. Para terminar el día, pasaron a saludar al embajador de Chile en Italia, Fernando Freire García.
Al día siguiente, Frei Montalva vestido de frac, salió del hotel junto al embajador, rumbo a la canonización de Santa Bernardita. El lugar en el que quedó Frei Montalva en el evento fue privilegiado: a menos de 10 metros del trono papal, cerca del príncipe de Austria y alrededor de embajadores de varios países.

El Papa Pío XI también participó en la inauguración del congreso. El segundo día, cuando se eligieron las autoridades, Frei Montalva sugirió que la presidencia fuera rotativa por cada país asistente y que sólo hubiese un secretario general. Los delegados de los otros países aceptaron su propuesta y además agregaron que ellos ya habían acordado que él fuese el presidente, pero como ya no habría uno fijo, que entonces Frei Montalva fuese el secretario general.

Diciembre pasó rápido, gracias al desarrollo de este congreso, que se dividió entre los paseos que hacían los jóvenes por su cuenta, las charlas de profesores y filósofos y las visitas a los que los llevaron arqueólogos y profesores especializados, mostrándoles la ciudad. También tuvieron la oportunidad de escuchar al Papa Pío XI y entrevistarse con él, tanto de manera grupal, como individual. A Eduardo Frei Montalva le quedaría en sus recuerdos una frase del Pontífice: “Pero no olviden, en el mundo de hoy es esencial la calidad y la cantidad. No se puede vivir separados de la masa. Es indispensable lo cualitativo, pero fundamental también lo cuantitativo”.

Fin del Congreso y recorrido por Europa

Los días de enero de 1934 no fueron tan distintos a los de diciembre, sólo que el Congreso ya había finalizado y ahora solo quedaba recorrer la ciudad. Frei Montalva visitó lugares como la Capilla Sixtina, Gianicolo o Villa Borghese, las catacumbas de San Calixto y San Sebastián, el museo del Vaticano, varias galerías, recorrió librerías, escuchó a Mussolini en el Senado, fue a la ópera y asistió a misas en distintas iglesias. Sólo un listado de todos los lugares podría mostrar de alguna manera todo lo recorrido por los jóvenes esas semanas que estuvieron en Roma.

Dentro de Italia viajaron también a Asís, Florencia y Venecia, donde visita galerías, va a misa, asiste a clases de metafísica, se empapa con toda esta cultura y el 16 de este mes celebra su cumpleaños número 23.

El 5 de febrero, Eduardo Frei Montalva parte rumbo a Suiza, la tierra de su padre, Eduardo Frei Schlinz. Allí conoció lugares icónicos, como el puente de Butin que está sobre el Rodano, también fue a la Liga de las Naciones y subió a la montaña Salève para ver el Mont Blanc y cómo la gente esquiaba y patinaba.

Luego emprende rumbo a Francia, donde en Lyon se reúne nuevamente con Oscar Larson y con la delegación peruana. En París el joven Eduardo turisteó por lugares icónicos de la ciudad, visitó librerías y asistió a una clase del filósofo Jacques Maritain sobre cosmología, dictada en el Instituto Católico de París. Ahí también se encontró con la hermana de su padre, Eduardo Frei Schlinz, quien se convirtió en monja.

El miércoles 21 de febrero se embarcó junto a Garretón y Larson hacia Bruselas. Recorrieron la ciudad y se encontraron con el cortejo de gente que participaba del entierro de Alberto I. Al otro día fue el entierro del Rey y el viernes 23 la coronación de Leopoldo III. Pero también aprovecharon de conocer a la Juventud Obrera Católica. En Bruselas estuvo más en contacto con las ideas políticas que le interesaban.

De hecho, en sus memorias destaca la ciudad como “un importante laboratorio político y social”, ya que el país se encontraba dividido entre el socialcristianismo y el socialismo y consideraron que de aquí podían aprender especialmente sobre la formación de sindicatos, cooperativas agrícolas, entre otros aspectos, porque además los belgas eran considerados como los pioneros en el tema del socialcristianismo.

Después de maravillarse con la ciudad de Brujas, regresó a Bruselas, donde se reunieron con el presidente de la Confederación de Sindicatos Cristianos, Henri Powels, quien los orientó sobre el movimiento sindical.

Durante marzo continuaron las entrevistas en Bruselas, en Lovaina por ejemplo, con personas de la Acción Católica y de la Liga de Trabajadores Cristianos. Luego viajaron a Holanda, pasaron por Rotterdam, Amberes y La Haya, y viajaron a Colonia, Bonn, Mainz y Frankfurt en Alemania, donde rescató esa dualidad entre ser una ciudad antigua y tener “las construcciones más modernas de Alemania”.

Después de un regreso a París, donde finalmente logró reunirse con su tía paterna, a fines de marzo viaja a Madrid, España, para participar de las celebraciones de Semana Santa y conocer varias de las iglesias de la ciudad y sitios más turísticos como la Puerta del Sol y obras teatrales. De España rescató a su pueblo, lo acogedores que fueron.
En España también había mucho por visitar y conocer. Toledo, Granada, Sierra Morena, Córdoba y Baeza, donde vieron obras de teatro, recorrieron las calles, museos, palacios y jardines.

El sábado 31 de marzo, en Madrid, tuvo lugar un encuentro que tendría consecuencias para su vida futura, marcando el inicio de una amistad. Ese día se reunió con la poeta Gabriela Mistral, quien en esos años residía en la ciudad. Este encuentro se repitió el lunes 9 de abril, una conversación que llegó a Eduardo Frei Montalva a considerarla una persona “extraordinaria, noble, sincera”. Conversaron sobre el pueblo chileno y la poeta le leyó un libro que aún no publicaba, en una reunión que duró cerca de cuatro horas y se repitió durante varias jornadas, siendo la última de ellas la del lunes 16 de abril, día en el que Eduardo Frei Montalva sube al barco que lo traería de regreso a Santiago de Chile, luego de otros 20 días de viaje.

* Nota: toda la información de este texto proviene del Diario de viaje que escribió Eduardo Frei Montalva cuando realizó este periplo desde noviembre de 1933 hasta mayo de 1934 y de sus Memorias, publicadas de manera póstuma.


Notas:
1. Estudiante de Ingeniería y parte de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, pero pertenecían también a la ANEC, ya que la asociación se convirtió en el centro de reunión para estudiantes de ambas universidades que tuvieran un sentir católico.
2. Manuel Garretón, estudiante y miembro de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
3. Decano de la Facultad de Letras de la Universidad Católica y uno de los primeros religiosos seculares que predicó en Chile y Perú las doctrinas sociales de la Iglesia.

 

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