Destacado del Mes | Paulo VI, el Papa Peregrino

31 de agosto de 2022

125 aniversario del nacimiento de Giovanni Montini

Nacido al norte de Italia, en la Lombardía, a fines del siglo XIX, Giovani Montini se convertiría en Papa en junio de 1963 tras la muerte de Pío XII, con quién trabajó durante la década de 1930. Durante su Pontificado, Paulo VI marcó una época de cambios en la Iglesia Católica, siendo conocido por su gestión modernista e incluso recibiendo el apodo del Papa Peregrino, debido a los numerosos viajes que realizó y que marcaron una diferencia con sus antecesores. Este mes de septiembre se cumplen 125 años de su nacimiento y por eso los invitamos a recordar un poco de la vida del Papa al que el presidente Eduardo Frei Montalva conoció durante su gira a Europa en 1965.


 

Giovanni Montini nació el 26 de septiembre de 1897 en el norte de Italia, en la región conocida como la Lombardía. Hijo de una familia profundamente católica, cumplió con su etapa escolar en su localidad natal, Concesio, y tras finalizar su enseñanza secundaria comenzó su formación sacerdotal ingresando al seminario en 1916.

Montini se ordenó como sacerdote el 29 de mayo de 1920 y ese mismo año se trasladó a Roma donde continuó con sus estudios superiores en Filosofía y Derecho. Desde su llegada a la capital italiana ocupó diversos cargos que lo llevaron en 1937 a convertirse en uno de los más estrechos colaboradores del cardenal Eugenio Pacelli, quien en 1939 asumiría el Pontificado bajo el nombre de Pío XII.

En diciembre de 1954, Montini fue nombrado para ocupar el cargo más alto al que puede aspirar un sacerdote en la iglesia italiana, el Arzobispado de Milán, donde se desempeñó hasta 1963. Si bien el propio Papa Pío XII lo nombró para ocupar este cargo, por razones de salud no pudo asistir a su consagración.

 

Hacia la cúpula del Vaticano

El último peldaño en su carrera sacerdotal, antes de convertirse en Sumo Pontífice, fue su nombramiento como cardenal, sin embargo, éste tardaría un par de años en llegar y no fue de la mano de su entonces amigo y mentor, Pío XII. Recién tras la muerte de éste, su sucesor Juan XXIII, que asumió el Pontificado en noviembre de 1958, lo haría parte del Colegio Cardenalicio en diciembre de ese mismo año.

Una vez ordenado príncipe de la Iglesia, su figura cobró gran importancia para el Vaticano, participando activamente en la dirección de toda la Iglesia. Viajó por diferentes países convirtiéndose en un personaje influyente y cercano a Juan XXIII, al punto de hacerlo su más probable sucesor al momento de su muerte.

Considerado un hombre con experiencia en el funcionamiento del Vaticano, con un discurso político moderno, pero sin caer en radicalismos, su nombre sonó fuerte al inicio del cónclave que eligió al sucesor de Juan XXIII, y llegó al puesto más alto de la Iglesia Católica el 21 de junio de 1963.

Desde su elección como Sumo Pontífice y tomando el nombre del apóstol Pablo, apodado “el gentil”, como un mensaje de lo que sería su gestión en el cargo, dio un sello característico a su trabajo. Continuó con el Concilio Vaticano II iniciado por su antecesor, convocado para analizar posibles reformas en la Iglesia, modernizarla, renovar las enseñanzas; asumió sus funciones con un sello de humildad, quitando ciertos elementos que daban gran esplendor al papado, eliminando dos de los tres cuerpos militares del Vaticano, restando ceremoniales a la Corte Papal, entre otras medidas.

 

Un Papa viajero y reformista

Realizó reformas a la Iglesia, partiendo por quienes le rodeaban, modificó el reglamento de funcionamiento del Cónclave -institución encargada de elegir al Papa- y la forma en la que se realizaban las eucaristías. Sin embargo, quizás una de las características más notorias de su gestión fue la apertura al mundo.

Paulo VI efectuó numerosos viajes, llegando a los cinco continentes en un hecho nunca visto para su cargo. Eso le significó el apodo de “El Papa Peregrino”, marcando un antes y un después en la forma en la que los Pontífices se comunicaban con los fieles católicos alrededor del mundo.

En cada uno de sus viajes, no sólo se mostró cercano a los feligreses a quien él representó, si no que mostró su respeto y amistad con fieles y representantes no católicos en sus visitas a la India, Turquía, Irán, Pakistán, Filipinas, Uganda, entre otras. Llamando siempre a la unidad de la humanidad en su búsqueda de la divinidad, en la paz y la solidaridad.

Durante su período a la cabeza de la Iglesia Católica abogó por los más necesitados, por los obreros, los campesinos, habló de la necesidad de que instituciones como la Organización de las Naciones Unidades y la propia Iglesia hicieran siempre su mayor esfuerzo por proteger a los más débiles y por evitar los conflictos armados, en una época en la que la Guerra Fría mantenía al mundo en constante tensión política, económica y social.

 

Los ´60 y la regulación de la natalidad

Sin embargo, como en todo orden de cosas, su postura frente a los conflictos y debates de la modernidad no siempre tuvo la mejor acogida. Su encíclica más famosa Humanae Vitae, publicada el 25 de julio de 1968 y en la que rechazó el uso de todo tipo de método artificial de planificación familiar, causó gran revuelo en un momento en el que muchos gobiernos, incluido el de Chile, impulsaban políticas de regulación de la fertilidad en los servicios de salud públicos a fin de frenar las altas tasas de pobreza, la mortalidad materna e infantil y los abortos clandestinos que mermaban de forma alarmante a la población en regiones como América Latina.

Así, entre muestras de apoyo y otras de desacuerdo con su gestión, Paulo VI recorrió el mundo llevando el mensaje que para ese entonces la Iglesia consideró el adecuado. De igual manera, recibió en el Vaticano a numerosas autoridades de diferente índole y desde los más alejados rincones, entre ellos al presidente chileno Eduardo Frei Montalva quien, durante una gira por Europa, visitó al Sumo Pontífice el 6 de julio de 1965.

De aquel significativo encuentro, Casa Museo Eduardo Frei Montalva exhibe varios obsequios entregados por el Papa al mandatario, como una estatua de la Virgen María, de quién el Pontífice fuera muy devoto, un ejemplar de la Biblia y otros objetos que pueden ser vistos por nuestros visitantes, además de fotografías y documentos que se conservan en nuestros archivos.

A mediados del mes de julio de 1978 y tras vivir uno de los acontecimientos más tristes de su vida, el secuestro y asesinato del político demócrata cristiano italiano y su amigo de juventud Aldo Moro, el Papa se ve en la necesidad de abandonar la ciudad del Vaticano a raíz del deterioro de su salud. El Papa Peregrino falleció en la residencia de Castel Gandolfo el 6 de agosto de 1978, faltando poco para las diez de la noche y por su propia voluntad su funeral fue sencillo, su ataúd de madera y sin ornamentos fueron el testimonio de lo que quiso ser en vida y en una tumba a ras de suelo, sin el tradicional sepulcro que acostumbraban a tener sus antecesores se mantienen sus restos en la Basílica de San Pedro.

Su proceso de beatificación fue iniciado por Juan Pablo II en 1993 y aprobado por Francisco quien también llevó a cabo su canonización que lo convirtió en Santo de la Iglesia Católica el 14 de octubre de 2018.[1]

Todas las fotografías de este artículo son parte de la visita del Presidente de la República Eduardo Frei Montalva a S.S. Paulo VI. Vaticano, 6 de julio de 1965. Archivo Casa Museo Eduardo Frei Montalva.


[1] Si desea conocer más sobre Paulo VI, el sitio web de la Santa Sede alberga discursos, cartas y toda la información oficial relacionada al Papa <https://www.vatican.va/content/paul-vi/es.html>

 

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