La televisión, como medio de comunicación, cumple un rol importante en el mundo. Desde su creación, en la década del 20, ha conquistado el globo uniendo imagen y sonido, siendo testigo de hitos en la historia reciente de la humanidad. En el Objeto del Mes de diciembre, Casa Museo Eduardo Frei Montalva cambia de canal para repasar el capítulo chileno en la historia de la pantalla que revolucionó al mundo.
Corrían los años 40 y la televisión ya era una realidad en la sociedad chilena; se hablaba de ella en revistas, diarios y también se le hacía referencia en películas. Durante los 40 y 50 se creó una expectativa sobre el valor de la televisión: un símbolo del desarrollo y el adelanto tecnológico.[1]
En Chile, durante el gobierno de Ibáñez del Campo, en 1958, se creó el primer decreto sobre la televisión como medio de comunicación[2]. Este trataba 4 ejes que versaban sobre la concesión y el tipo de canales a crear, ciudades en las que podrían instalarse, aspectos técnicos y económicos para que existiera diversidad de canales y quiénes podrían participar de las concesiones[3].
Luego, en el gobierno de Alessandri, la pantalla chica tuvo un retroceso. Los altos costos a nivel técnico, operativo y las posibilidades de los ciudadanos para adquirir los aparatos, hicieron que el Mandatario no la considerara una necesidad, declarando en 1961 que ‘Somos un país pobre. La televisión es un derroche de ricos, una válvula de escape de las divisas’”.[4]
De esta manera, durante esos años el interés por la creación de canales de televisión provino desde el mundo privado con un objetivo publicitario. Así, empresas internacionales, como Philco o el empresario Jorge Slater, en distintas oportunidades presentaron proyectos para levantar transmisiones, que sin embargo fueron rechazados por instituciones estatales, argumentando falta de recursos económicos, necesidad de estudios técnicos y la ausencia de un estímulo al desarrollo industrial del país.[5]
En paralelo a la visión estatal, estaba la cruzada universitaria. A diferencia del mundo privado, las universidades tenían una mirada educacional, pedagógica y cultural respecto al rol de los canales de televisión, y desde las carreras de ingeniería y los departamentos de Tecnología e Investigación Científica, comenzaron las primeras transmisiones experimentales en los años 50 y 60.
En 1959, la Universidad Católica de Santiago y la de Valparaíso iniciaron sus transmisiones en agosto con los canales 2[6] y 8, respectivamente, mientras que la Universidad de Chile, en 1960[7], hizo lo propio con la señal 9 en Santiago.
Al ser instituciones educativas, las universidades estaban exentas de impuestos, por lo que tuvieron la oportunidad de levantar sus señales importando equipos tecnológicos necesarios para su funcionamiento. Con el paso del tiempo, sin embargo, las dificultades económicas llevaron a redirigir los fondos de las casas de estudio, por lo que varias veces los directorios tuvieron que aumentar esfuerzos para continuar con sus transmisiones del contenido cultural y educativo que entregaban por medio de los canales televisivos. De hecho, el canal de la Universidad de Chile cerró transmisiones durante un tiempo por la falta de recursos, para volver posteriormente en el año 1963.
Una solución posible era conseguir financiamiento del mundo privado, pero la ley en esos años era restrictiva en cuanto a la publicidad en los programas creados por las universidades; una de las razones era la relación entre estos agentes educacionales y la “alta cultura”, por lo que las universidades al presentar problemas económicos hicieron una interpretación de la ley y anunciaron marcas como Nido u otras ligadas a la industria alimentaria en programas culinarios, los que estaban dentro de un formato instruccional, pero aún así todo esto trajo problemas con el ministro del Interior de esa época, ya que a pesar de ser velada esta publicidad, era notoria esta especie de reinterpretación que hicieron las universidades respecto a la propaganda.[8]
Para estos canales, además de su rol formativo, era importante mantenerse en funcionamiento, por lo que sus programas no sólo hablaban sobre literatura, arte o teatro, también conseguían programas y películas desde Estados Unidos, Europa y América Latina, o transmitían grandes hitos del momento, como la exhibición por pantallas chilenas del Mundial de Fútbol de 1962.
Llegado el gobierno de Eduardo Frei Montalva, se produjo una mirada distinta sobre la televisión y sus posibles significados para la sociedad chilena. También el Senado veía con buenos ojos a los canales, ya que tanto el Legislativo como el Ejecutivo apreciaban la “función socializadora e integradora de la televisión”[9]. Así, desde los comienzos de su período Frei Montalva propuso un cambio del sistema televisivo nacional. Para eso, en 1965 formó una comisión que tuvo como tarea plantear criterios y políticas públicas para ser aplicadas a futuro. Las conclusiones presentadas trataban sobre una red de televisión estatal a nivel nacional, que alcanzara a la mayor cantidad de ciudadanos posibles, así como que los operadores de televisión no fueran privados, la creación de un organismo regulador[10] y que la publicidad fuera permitida para financiar los canales, pero de manera limitada, ya que el aporte significativo se consideraba debía provenir de las arcas fiscales.[11]
Los canales universitarios continuaron con su labor educativa especialmente para zonas rurales, en las que los y las docentes tenían escasos recursos para desarrollar su trabajo pedagógico. Esto sucedía mientras se desarrollaba la red estatal televisiva que a futuro sería conocida como Televisión Nacional de Chile (TVN). El gobierno, como se comentó, apreciaba el trabajo de las universidades, aun así, las instituciones se vieron contrariadas con el discurso del Ejecutivo, ya que entre la creación de la red estatal y el funcionamiento de sus propias señales se sobreponían tareas, lo que provocó encuentros y desencuentros entre las instituciones y el gobierno, específicamente con los contenidos educativos y las jerarquías entre la Universidad Católica de Chile y el Ministerio de Educación.[12]
Sin embargo, a pesar de estas complicaciones, el mandatario contaba con un respaldo social masivo para la creación de TVN. Luego de alistar detalles, como por ejemplo bajo qué ministerio funcionaría (en este caso, el de Educación, por carácter formativo), quiénes estarían al mando de la señal (que terminó siendo una asociación entre Corfo, Entel y Chilefilms, siendo Corfo socio mayoritario) y otras formalidades, en 1968, el gobierno comenzó la inauguración de las señales experimentales en Santiago, el 18 de septiembre; en febrero en Punta Arenas y también en otras ciudades, como Viña del Mar, Valparaíso y Temuco.
Numerosas figuras emblemáticas han pasado por las pantallas al sintonizar Televisión Nacional, pero cabe destacar a Raúl Matas, uno de los rostros fundadores del canal estatal. Valdiviano (nacido en Lanco), conocido como el primer discjockey de la radio chilena, trabajó durante años en Radio Minería, luego reporteó en el extranjero, para volver a Chile, en los 60, y participar de las transmisiones experimentales de TVN, convirtiéndose en uno de los hombres ancla gracias a programas como el noticiero “60 minutos” o “Vamos a ver”.
La idea original para esta nueva señal estatal era que, además de ser educativa, también fuese capaz de integrar los sistemas de comunicación y que sirviera como nexo para la población nacional. TVN “no servirá de instrumento de propaganda, ni será instrumento de ataques ni de odios. Servirá para unir e identificar a quienes muestren un claro propósito por ilustrar, culturizar e informar al pueblo de Chile”[13], sentimiento que ha vuelto a tomar fuerza con la llegada de la señal digital y la creación de canales alternativos, algunos como ramificaciones de las señales tradicionales (en las que se encuentra TVN con señales internacionales o culturales) con el objetivo de democratizar el conocimiento a través de contenido cultural, una señal esperanzadora que nos recuerda a los inicios del proyecto televisivo chileno.
[1] “Ondas y señales. Vehículos de la Memoria”. En Patrimonio Cultural, de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Nº 40, Año XI, invierno 2006.
[2] Decreto Nº 7.039, que rigió hasta 1970.
[3] Para mayor información consultar Historia de la TV en Chile (1958-1973), de María de la Luz Hurtado. Documentas/Cenecas. Santiago de Chile. 1989.
[4] Historia de la TV en Chile (1958-1973). María de la Luz Hurtado. Documentas/Cenecas. Santiago de Chile. 1989.
[5] Para mayor información consultar Historia de la TV en Chile (1958-1973), de María de la Luz Hurtado. Documentas/Cenecas. Santiago de Chile. 1989.
[6] El que después se convierte en Canal 13.
[7] http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-96439.html
[8] Si desea información específica, revisar Historia de la TV en Chile (1958-1973), de María de la Luz Hurtado. Documentas/Cenecas. Santiago de Chile. 1989.
[9] Historia de Chile 1960-2010. Tomo 4.
[10] El Consejo Nacional de Televisión.
[11] Hacia la televisión digital en Chile. Historia y transición, de Lucas Sierra.
[12] Mayor detalle en Historia de la TV en Chile (1958-1973), de María de la Luz Hurtado. Documentas/Cenecas. Santiago de Chile. 1989.
[13] El Magallanes. 3/2/1969.
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