Lyndon B. Johnson, el presidente que trajo a Neil Armstrong a Chile

9 de enero de 2023

De Arnold Newman, White House Press Office (WHPO) Dominio público

Este domingo 22 de enero se cumplen 50 años del fallecimiento del 36avo presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson. Con el afán de conmemorar su desempeño como jefe de Estado de dicha nación, rememoramos en el presente artículo importantes aspectos de su biografía, así como su relación con Chile y su presidente coetáneo Eduardo Frei Montalva.

 

Exploración espacial

Lyndon B. Johnson fue un mandatario estadounidense que tuvo siempre en mente el liderazgo de Estados Unidos en la exploración del espacio. Fue bajo su personal incentivo, por ejemplo, se produjo la visita del astronauta Neil Armstrong a Chile en 1966.

El 22 de enero conmemoramos el 50 aniversario de su deceso y aprovechamos la ocasión para recordar sus vínculos con nuestro país a través de la ciencia y la exploración del espacio.

Tres años antes de ser el primer hombre en pisar la Luna, Neil Armstrong estuvo en Santiago durante tres días en octubre de 1966. Lyndon B. Johnson le solicitó a los astronautas de la misión Gemini 11 -que orbitó 44 veces la Tierra- realizar una gira de buena voluntad por Latinoamérica quince días después de aterrizar en la Tierra. De esta manera, el líder de la expedición  Richard Gordon, y Neil Armstrong, quien formó parte del equipo de reserva, recorrieron América del Sur durante 24 días incluido tres días inolvidables en Chile.

 

 

 

En el periplo chileno, Neil Armstrong sobrevoló los cerros San Ramón y Manquehue en un planeador Blanik CC-K8W, después se dirigió a la casa del entonces presidente de Chile, Eduardo Frei Montalva, la actual Casa Museo, pero debió esperar algunos minutos en el jardín de la residencia de la calle Hindenburg puesto que el mandatario chileno estaba con el presidente de Chipre. Armstrong en la noche asistió al Estadio Nacional para un partido entre Colo Colo y Ferrobádminton, con 50.000 hinchas vitoreando su entrada a la cancha a bordo de un auto descapotable.

Recordemos que en el marco de la carrera espacial entre Estados Unidos y la URSS, la competencia por llegar a la Luna se convirtió en una prioridad para las superpotencias de la época. Tras el lanzamiento del satélite Sputnik I por parte de los soviéticos, se preparó un comité en Estados Unidos que evaluaría si existía una diferencia sustancial entre la tecnología de ambas naciones.

Este trabajo derivó en la formación del Comité Especial sobre el Espacio y la Aeronáutica y, a su vez, la creación de la NASA o National Aeronautics and Space Administration, en 1958.

La misión Apollo 8 sería la primera en abandonar la órbita terrestre y orbitar la Luna, dando el puntapié inicial que permitiría la misión del Apollo 11, 7 meses después, momento en que la humanidad pisaba por primera vez la Luna.

Por otra parte, podemos apreciar igualmente el impacto que significó para Chile la llegada a la Luna el 20 de julio de 1969. Chile fue el único país latinoamericano que pudo ver en directo el alunizaje, esto gracias a la estación satelital de Longovilo, y debido a que el satélite de transmisión internacional se encontraba sobre el océano Pacífico. Incluso se dio feriado al día siguiente como reconocimiento de la importancia de presenciar el evento.

El propio Eduardo Frei Montalva, en ese entonces presidente, recuerda haber vivido aquella expectación frente al televisor. Junto a su familia en su casa de Hindenburg, Providencia.

Como reconocimiento por la participación secundaria de nuestro país en este magno evento a través de la instalación de las estaciones de rastreo satelital de Antofagasta y Peldehue, fueron entregados fragmentos lunares que hoy residen  y se exhiben a la comunidad en Casa Museo EFM y en el Museo de Historia Natural.

Este aspecto de nuestra historia se encuentra bien representado a través de la muestra audiovisual en torno a la llegada del hombre a la Luna y cómo se vivió el preámbulo y posterioridad en Chile, disponible en una de las salas de Casa Museo.

De la educación a la política

En los albores del siglo XX, un jueves 27 de agosto de 1908, nacía Lyndon Baines Johnson. En el corazón del estado de Texas, fue el primer hijo de Sam Ealy Johnson Jr. y Rebekah Baines Johnson, ex profesores convertidos en granjeros.

Su padre y su abuelo materno eran figuras políticas en Texas, y el pequeño Lyndon disfrutaba acompañarlos en sus periodos de campaña. A los 10 años de edad su padre comenzó incluso a llevarlo al capitolio, en Austin, para presenciar los debates, escuchar tratos políticos que surgían detrás de escena, y enterarse del cotilleo estatal de la época.

Por otro lado, su madre Rebekah, una mujer con estudios universitarios -algo muy raro para la época y para su contexto rural-, hizo lo mejor por entregarle los valores de la educación y cultura. Leía poesía a sus cinco hijos, escribía columnas para algunos periódicos y dirigía obras de teatro locales. Siempre depositando grandes expectativas en su hijo mayor.

A pesar de todo lo anterior, al graduarse de la escuela secundaria Johnson decidió no asistir de inmediato a la universidad, pasando cerca de un año en California, solo para regresar y, tras gran presión por parte de su familia, matricularse seis meses más tarde en la Southwest Texas State Teachers College en San Marcos, (ahora Universidad estatal de Texas). Para costear sus estudios trabajaba como conserje y ayudante en la oficina del presidente de la universidad. En aquel tiempo se implicó en el equipo de debate, editó el periódico de la escuela y entró de lleno en la política estudiantil.

Durante su periodo universitario se tomó también un año para enseñar a 5°, 6° y 7° grado de Welhausen, una escuela empobrecida, en el sur de Texas, en la ciudad de Cotulla; actuando también como director de aquella escuela. Contaría con posterioridad que esta experiencia lo había ayudado a comprender que la educación es la clave para el triunfo, inspirando 40 años más tarde las legislaciones presidenciales en dicha materia.

Lyndon B. Johnson y sus estudiantes de 5°, 6° y 7° grado en Cotulla.

Al graduarse en 1930, la Gran Depresión golpeaba el país y los trabajos de profesores y pedagogos eran muy mal pagados.

Pero su vida cambiaría rápidamente cuando Richard Kleberg, de la adinerada familia King Ranch, del sur de Texas, y recientemente elegido congresista, le pidió que lo acompañara a Washington para trabajar como su mano derecha. Le permitía manejar la oficina y hacer mucho del trabajo político, y en los siguientes tres años Lyndon había establecido su reputación como un trabajador incansable.

Su esfuerzo y conexiones políticas surtieron fruto en 1933, cuando fue elegido como orador del “Little Congress”, una organización de trabajadores del congreso. A pesar de su pesada carga, en 1934 añadiría una nueva responsabilidad, matriculándose en clases nocturnas de leyes en Georgetown University Law School.

En aquel mismo año, tras un viaje de vuelta a Texas para visitar a su familia, conoció a quien sería su futura esposa: Claudia Alta Taylor, más conocida como Lady Bird. Su periodo de cortejo duró tan solo 10 semanas, y L. B. J. le pidió matrimonio en lo que fuera su primera cita, aunque ella no le respondió en el momento.

Mientras se encontraban separados Johnson le pidió que le escribiera una carta cada día, intercambiando ambos cerca de 90 misivas en su corto cortejo. Se casaron en noviembre de aquel año, con una pequeña ceremonia en la Iglesia Episcopal de San Marcos, para luego viajar a Xochimilco (México) en su luna de miel.

Lyndon y Claudia en su luna de miel, en los Jardines Flotantes de Xochimilco

Claudia se convertiría en la calma que contrastaba con el torbellino, aplacando la trabajólica vida de Lyndon. Su consejera más cercana y su fan número uno, tampoco le temía al trabajo duro, y en lo que su marido subía de rango político ella asumió amplias responsabilidades de campaña, como secretaria social, anfitriona, mujer de negocios y ambientalista.

Más adelante la pareja tendría dos hijas: Lynda Bird Jonson (1944) y Luci Baines Johnson (1947).

De la tragedia de Kennedy a una exitosa presidencia

 

Su carrera política comenzaba como tal en 1937, a los 29 años. Habiendo renunciado a un puesto de director de la New Deal relief programs, programa que le permitió viajar dentro de Texas y hacerse de partidarios en distintas zonas, elevó su candidatura, contra la de otros 9 hombres, y fue elegido congresista de su distrito. Celebró este triunfo desde el hospital, tras una apendicectomía de emergencia.

En el congreso, Johnson apoyó constantemente el New Deal del presidente Roosevelt, y trabajó para lograr la electrificación de sectores rurales, en particular para su conocido Hill Country, resultando en la primera cooperativa de electricidad de la nación en 1939: Pedernales Electric Cooperative.

En 1940, tras servir -a petición de Roosevelt- en el comité de asuntos navales, fue encargado como Teniente Comandante en las reservas de la marina estadounidense. Tras el ataque japonés a Pearl Harbour (1941) Johnson se convirtió en uno de los primeros miembros del congreso en ofrecerse para servicio militar activo, solicitando directamente a Roosevelt que lo asignara inmediatamente a las flotas activas.

Sirvió durante 12 años en el senado, y para 1960 se sentía preparado para postular a la presidencia del país, sin embargo la convención democrática nominó al senador por Massachusetts, John F. Kennedy, quien recibió el doble de votos que Johnson. En una movida estratégica para ganar votos en el sur, Kennedy le pidió a Jonson que fuese su compañero de campaña, lo que lo haría vicepresidente.

En la Casa Blanca se hacía notar la vasta diferencia de temperamento y de trasfondo cultural entre ambos. En 1963 comenzaron la preparación para la campaña presidencial de 1964. Un viaje en conjunto a Texas intentaba unir al partido demócrata en el Estado de la estrella solitaria, mas la tragedia intervino: el magnicidio de Kennedy le obliga a tomar sorpresivamente el mando del país.

 

Lyndon B. Johnson se juramentó a bordo de Air Force One por la jueza federal Sarah T. Hughes, tras el asesinato de John F. Kennedy.

 

Tras asumir la presidencia Johnson se enfocó en pasar dos proyectos de ley que Kennedy dejaba inconclusos: un recorte de impuestos y una ley de derechos civiles. Tras su aprobación, esta última desechó efectivamente la segregación y discriminación en la sociedad norteamericana. Tras ello, se concentró en su propia agenda.

En 1964 ganó la presidencia, con Hubert Humphrey como vicepresidente, y en contra del republicano Barry Goldwater. Con el 61% de los votos a su favor, era el margen más amplio en la historia de la nación, más 15.000.000 de votos.

Utilizó su segundo mandato para impulsar una de las agendas legislativas más ambiciosas y amplias en la historia de EE.UU. En el congreso sus recomendaciones pasaban rápidamente, lo cual llevó a su administración a pasar más de 60 leyes en educación, iniciar una lucha a nivel nacional en contra de la pobreza, avanzar en renovación urbana, conservación medioambiental, control del crimen y la delincuencia, y apoyo a las artes y humanidades.

 

El avance en derechos civiles también estaba contemplado. En 1965 pasó la ley de Derechos al Voto, la cual suprimió los impuestos a los votantes y las pruebas, que presentaban un obstáculo para la población más empobrecida y en particular para la población afroamericana. En la misma línea, en 1968 aprobó la ley de derechos civiles que prohibía la discriminación y segregación en la venta y arriendo de propiedades. Además, designó al primer miembro de gabinete afroamericano, el secretario de vivienda y desarrollo urbano, Robert Weaber, y el primer Juez afroamericano de la Suprema Corte, Thurgood Marshall.

El ex-presidente falleció súbitamente de un ataque cardíaco en enero de 1973, en su rancho de Texas. El impacto de su administración aún se siente en la legislación norteamericana.

Relaciones chileno-norteamericanas

 

Eduardo Frei Montalva y Lyndon B. Johnson.

 

Durante la Guerra Fría Latinoamérica se volvió un foco de interés para la política norteamericana, la amenaza de la expansión de posibles proyectos marxistas y de izquierda se veía cercana tras los acontecimientos en Cuba. En este sentido, las elecciones de 1964 en nuestro país eran en extremo importantes, dado que la candidatura de Salvador Allende representaba una amenaza para la supervivencia del sistema político.

Dada la estabilidad de sus instituciones y la existencia de un partido político fuerte, cuyo programa coincidía con los objetivos norteamericanos, Chile, liderado por Frei Montalva, suponía el escenario perfecto para el desarrollo del programa de la Alianza para el Progreso.

En este sentido, el mandatario fue bien visto desde la Casa Blanca, ya que EE. UU notaba el claro compromiso de su gobierno y su coalición con los intereses norteamericanos: la instauración de la democracia liberal y un modelo capitalista como pilares de una sociedad funcional; su proyecto, la “Revolución en Libertad” definía las prioridades gubernamentales: desarrollo económico, educación, solidaridad y justicia social, participación política y soberanía popular. Los programas de gobierno de Johnson y Frei parecían discurrir por caminos similares.

La política internacional durante su gobierno buscaba dar mayor protagonismo a Chile, enfocándose en su liderazgo en Latinoamérica. En este periodo el gigante norteamericano decide en diversas ocasiones invertir en Chile y su desarrollo, a través de préstamos y apoyo en relaciones exteriores.

En 1966 Lyndon Johnson extiende una invitación a Eduardo Frei a una visita oficial a EE.UU, con el fin de conversar personalmente acerca de los logros de esta “Revolución en Libertad”, sin embargo el senado niega al mandatario la autorización para salir del país.

Aún así, en 1967, durante la Cumbre de la OEA en Punta del Este, ambos jefes de Estado mantienen una reunión que consistió en sopesar las diferencias y aspectos comunes de ambas administraciones, además de conversar sobre un “Sistema Latinoamericano” que perfilaba el liderazgo del gobierno chileno. Tras aquella reunión Frei admitiría públicamente las contradicciones que mantenía con EE.UU, asegurando que la Alianza para el Progreso habría perdido el rumbo. Estas declaraciones fueron recibidas con tibieza por la Casa Blanca.

La tensión en las relaciones chileno-estadounidenses iría en aumento durante los años venideros, hasta llegar al punto más álgido en las elecciones de 1969 y durante el gobierno de 1970 a 1973 de Salvador Allende.

 

Referencias

 

 

 

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