Objeto del Mes | Los ’60 en Chile, la década del cambio

7 de junio de 2019

Fue un remezón en varios aspectos para la población chilena. En todo el mundo, la década de los ’60 fue escenario de algunos de los más importantes adelantos científicos, tecnológicos y médicos, que provocaron una nueva forma de concebir la sociedad y la vida, creando un antes y un después en la historia del siglo XX.

En el siguiente artículo relataremos algunos sucesos en el Chile de la época que quizá sean desconocidos para parte del público. Otros, más conocidos, quedaron en la retina de la sociedad nacional, como la llegada del hombre a la Luna; el Mundial de Fútbol en 1962; la visita de grandes artistas, como la de Oswaldo Guayasamín presentando La edad de la ira, muestra que exhibió en el Museo Nacional de Bellas Artes, en 1969[1], entre otros.

Breve imagen del Chile de comienzos de los sesenta

Publicidad en Revista Paula (1968) © Memoria Chilena

En esos años no había teléfonos inteligentes. Los medios de comunicación masivos eran otros, como la radio. El «más efectivo medio de difusión»[2] y que podía unir a Chile desde el extremo norte hasta el extremo sur estaba presente en más de la mitad de los hogares chilenos y, lentamente, la televisión aparecía en las casas.

Ayer, los trabajadores almorzaban en sus hogares de manera regular: dejaban sus funciones por un momento comían en casa y luego volvían para terminar la jornada laboral. Hoy, comemos en nuestros trabajos, en un espacio habilitado para ello o salimos a comprar algo a alguna parte. ¿Cuándo comenzó a ser común el almorzar en el trabajo o cerca de? En noviembre de 1965, al entrar en vigencia el decreto Nº1.897, disminuyendo el tiempo para la hora de almuerzo. Desde ese momento, los trabajadores tenían 30, 45 minutos para poder almorzar, por lo que las opciones para comer aparecieron: algunos llevaban loncheras desde sus casas a sus trabajos para seguir degustando el alimento preparado en casa. Otros, aprovecharon la nueva oferta de las fuentes de soda y restaurantes, los que ofrecían almuerzos rápidos y más económicos. Y aunque ya existían en el país los hot dogs (completos) y las pizzas, dadas a conocer por algunos empresarios italianos, su masificación fue en este periodo[3].

La mayoría de la población profesaba la religión católica y como siempre, están los jóvenes que llegaron a revolucionar todo con su forma diferente de mirar y explicarse el mundo.

Vida social

TV Guía (1966) © Memoria Chilena

Respecto a la vida en la ciudad, las familias de clase media solían tener ayuda doméstica, por lo que los hogares eran el escenario para las reuniones sociales. Eso no quitaba que existieran restaurantes, cafés y locales para divertirse fuera de casa, lugares concurridos y algunos han perdurado, como el Club de la Unión, El Rápido y el Bar Nacional. Parte de estos locales estaban en el corazón de Santiago (Alameda hasta Compañía, entre San Antonio y Bandera), en los alrededores o en otras comunas, por ejemplo, La Piojera, el Quita Pena (el que cambió de calle, pero se mantuvo en la misma zona[4]), o el Chancho con Chaleco de Maipú.

En un contexto más juvenil era famoso el club Las Brujas. En su apertura, en 1957, comenzó como un salón de té, pero con el tiempo, durante los sesenta y espontáneamente, se convirtió en un lugar para bailar. Esta emblemática discoteca cerró sus puertas con un último evento: el recibimiento del año 2007.[5]

Para entretenerse en distintos horarios y durante el día, eran populares los cines. En esos años, una de las temáticas recurrentes en las películas y series de televisión era la Guerra Fría[6]: historias sobre espionaje, la carrera armamentística e incluso la posibilidad de un apocalipsis nuclear. Gracias al personaje creado por el novelista británico Ian Fleming, James Bond el agente 007, directores y productores se inspiraron y crearon series como Misión imposible (1966-1973), Los vengadores (1961-1969) y en un tono satírico, Superagente 86 (1965-1970). Varias de estas series llegaron a Chile tiempo después.

Diversión más cercana al deporte, eran los clásicos universitarios de fútbol. Más allá de la contienda deportiva misma, estos encuentros eran una verdadera fiesta universitaria: familia y amigos asistían a las presentaciones musicales y artísticas que preparaban los equipos en torno a esta disputa. Había carros alegóricos, muñecos gigantes y espectáculos de luces y fuegos artificiales que contentaban a todos[7].

Revolución femenina

“Hippies” © Memoria Chilena

Un tema que provocó cambios sociales, en torno a la vida privada de las personas, fue el uso masivo de los métodos anticonceptivos, innovación farmacéutica que inevitablemente llevó a las personas a pensar en planificar cómo y cuándo conformar una familia.

Este hito no estuvo exento de polémica, ya que muchos actores sociales opinaban al respecto: adultos y juventud, científicos y creyentes, por mencionar algunos[8]. Así fue como la máxima autoridad de la religión católica en ese tiempo, el Papa Paulo VI, escribió la encíclica Humanae vitae para compartir su postura respecto al uso de los métodos. De hecho, la revista Paula entrevistó a varias mujeres cercanas a la religión católica: casadas, próximas a, con y sin hijos, con planes de tener más o no, quienes entregaron sus posturas sobre las palabras del Papa, el cambio que notaron en sus vidas personales y de pareja y de cómo esta innovación farmacéutica incidió en sus vidas y cambiaría la situación de las mujeres del futuro[9].

El primer trasplante en Chile

Un procedimiento importante, médicamente hablando, es el trasplante. Hoy, muchas veces es un tema que provoca desazón en la población, por la variedad de factores que influyen ya que no sólo hablamos de una operación, también está la compatibilidad entre paciente y órgano donado; hay una lista que, dependiendo del grado de urgencia, se ubica a los pacientes en orden de prioridad; existe también un protocolo para que los familiares de los fallecidos decidan donar los órganos… Pero pensemos en los años sesenta, cuando el primer trasplante de corazón sorprendió a la población chilena y al mundo.

En 1968, el doctor Jorge Kaplan, del Hospital Naval Almirante Nef de Playa Ancha, realizó el primer trasplante de corazón a la joven de 24 años María Elena Peñaloza, quien trabajaba como modista y padecía de una insuficiencia cardíaca refractaria.

La prensa de la época comentaba el hecho y lo tildaba como una “hazaña” y destacaba la “dramática”[10] espera hasta la operación.

Este primer trasplante fue seguido de un segundo dirigido por el mismo médico. El paciente en esa oportunidad fue un joven de 20 años, Nelson Orellana, quien vivió tres años y medio después del trasplante. La sobrevida de ese paciente es recordada uno de los mejores resultados del mundo durante la época[11].

Chile llevando su cultura al mundo

En 1964, después de reanudar relaciones con la URSS, Chile hizo un intercambio cultural con esa nación logrando entre otras cosas que numerosos artistas chilenos viajaran a la Unión Soviética y también muchos soviéticos visitaran este país.

En 1965, se creó en Santiago el Instituto Chileno-Soviético de Cultura, lo que ayudó a coordinar diversas actividades en varias ciudades del país, como ciclos de cine soviéticos, a los que asistieron actores y directores de cine de la URSS[12].

Cuando se hacían llamar los “High Bass” (1964) © Memoria Chilena

Y en el caso de artistas chilenos en la URSS, está el emblemático viaje de los Huasos Quincheros en 1966, representando “el alma de Chile”[13] en territorio cosaco. Allá, los recibió el embajador Máximo Pacheco, recorrieron alrededor de 30 ciudades, hicieron recitales en teatros, escuelas, centros culturales y hospitales; la gente estaba muy interesada en conocer la cultura chilena, la figura del huaso y su música. El repertorio era de 20 canciones y tradujeron al ruso dos temas, los más ovacionados en sus presentaciones, “El corralero” y “El frutero”[14].

Chile también se influenció de movimientos artísticos y culturales extranjeros, por ejemplo el rock and roll, ya masificado por Elvis Presley. Este estilo musical, nacido la década anterior en Estados Unidos, provocó un cambio radical en los jóvenes de la época, que imitaban los movimientos de caderas de Presley y, con el tiempo, dio origen a otros géneros musicales. Así llegó también la liberación sexual, que se masificó y radicalizó con el uso de los métodos anticonceptivos.

El rock tuvo sus exponentes tempranos, bandas significativas que no solo se quedaron con la influencia extranjera, sino que añadieron un toque nacional a sus creaciones. Por ejemplo, Los Jaivas, que se volcaron a un rock más cercano a lo progresivo.

En la literatura también sucedió la valoración de la identidad nacional, solo que a un nivel latinoamericano: el boom. Este movimiento literario y editorial (por ser un éxito de ventas) de los años sesenta tuvo fuerte presencia en México y Colombia, mientras que el único representante chileno fue José Donoso.

Los escritores vinculados al movimiento desearon hacer una valoración de la identidad latinoamericana desde lo mágico. Consideraron esta tierra como lugar donde cosas distintas ocurrían, otras formas de habitar los lugares, de relacionarse con otras personas, de ver el tiempo pasar. Uno de los autores destacados de este movimiento es Gabriel García Márquez con su obra Cien años de soledad, que hoy es un clásico y un buen ejemplo para entender este movimiento literario[15].

José Balmes © Memoria Chilena

Retomando el tema musical, uno de los estilos de música popular más arraigados era la balada, conocida también como música cebolla, en alusión a las canciones que tratan sobre el amor sufriente. Este estilo cautivó a la juventud que se vio desplazada, o no cercana a la canción política. Las canciones cebolleras, término acuñado por el locutor de la época Ricardo García, eran vistas por los músicos de la canción política como distractoras «para quienes propugnaban el uso de la música como medio de transmisión ideológica»[16].

Esta confrontación respecto a cómo se usaba el arte se podía apreciar en las distintas disciplinas. Pero en aquella época los artistas tenían una disputa más importante con la tradición: qué era lo antiguo y si dejarlo o no. Un claro ejemplo de esta problemática la protagonizaron dos artistas chilenos: Laureano Guevara y José Balmes.

Guevara era un conocido muralista chileno, que en 1928 se interiorizó en esta disciplina al acompañar a Arturo Gordon en la decoración del pabellón de Chile, en la Exposición Internacional de Sevilla[17]. En 1966, Balmes[18] como director de la carrera de Artes Plásticas de la Escuela de Bellas Artes, intentó borrar los murales que Guevara hizo en la entrada del actual Museo de Arte Contemporáneo (MAC) como una forma de protesta contra el pasado y la tradición.

Una iniciativa artística cultural interesante en el periodo de los sesenta y vista como una política pública es la creación del Departamento de Cultura de la promoción Popular, en 1964. Al entregar la gestión de su primer año el gobierno de Eduardo Frei Montalva, este departamento dio cuenta del nacimiento de doce bibliotecas populares, 120 conciertos corales realizados desde la zona central hasta el sur de Chile, y la gira del tren artístico, que acercó el teatro, el show de marionetas y diversas presentaciones a cerca de 11.200 espectadores de 11 ciudades del país[19].

Podríamos continuar llenando páginas con los grandes sucesos de una de las décadas más agitadas culturalmente del siglo XX. Este vistazo es más bien una oportunidad para abrir la curiosidad y seguir conociendo la época que cambió el curso de la historia moderna, de la cual actualmente disfrutamos -y enfrentamos- muchos de sus descubrimientos, cambios y primeros pasos.


[1] https://www.casamuseoeduardofrei.cl/objeto-del-mes-junio-el-mes-de-guayasamin/
[2] Historia de Chile 1960-2010. Tomo 4. Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Segunda parte. Dirección general Alejandro San Francisco.
[3] Ibid.
[4] https://urbatorium.blogspot.com/2011/10/el-quita-penas-del-cementerio-para-el.html
[5]https://www.emol.com/noticias/magazine/2006/12/29/240567/las-noches-de-la-mitica-discoteca-las-brujas-terminan-junto-al-ano-2006.html
[6] Confrontación política y militar, que dividió al mundo después de la Segunda Guerra Mundial, enfrentando a dos potencias: URSS Y EEUU. La primera creía que el modelo político y económico a seguir era el comunismo, y la segunda, el modelo capitalista. Esta confrontación no solo fue a nivel político, también en campos como el científico y artístico, por ejemplo.
[7] Historia de Chile 1960-2010. Tomo 4. Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Segunda parte. Dirección general Alejandro San Francisco.
[8] La píldora y los dispositivos intrauterinos en Memoria Chilena.
[9]http://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_25071968_humanae-vitae.html
[10] Historia de Chile 1960-2010. Tomo 4. Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Segunda parte. Dirección general Alejandro San Francisco.
[11] Ibid.
[12] Ibid.
[13] Ibid.
[14] Ibid.
[15] Ibid.
[16] Ibid.
[17] La Nación. Santiago: Talleres Gráficos La Nación. 7 de enero, 1968.
[18] Artista español. Llegó a Chile en 1939 a bordo del Winnipeg y desde ahí se radicó en Chile.
[19] Historia de Chile 1960-2010. Tomo 4. Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Segunda parte. Dirección general Alejandro San Francisco.

 

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