La Guerra del Pacífico en una Biblioteca

8 de abril de 2024

La Guerra del Pacífico en una biblioteca

Revisamos  que dicen los libros  de Eduardo Frei Montalva en estos nuevos aniversarios del comienzo y el fin del conflicto

 (5 de abril de 1879 – 4 de abril de 1884)

 

 

En el siguiente artículo, deseamos comentar uno de los conflictos bélicos más  emblemáticos de la historia chilena: la Guerra del Pacífico, pero usando como referencia bibliográfica la literatura de la biblioteca del ex mandatario  Eduardo Frei Montalva  que habla sobre este hito de nuestra nación.

¿Qué tenía EFM en su biblioteca

Los libros que se presentarán a continuación contienen lo que podría llamarse la información básica del conflicto. También en algunos de estos nos encontramos con la visión de quiénes vivieron las batallas y dependiendo de quién sea el autor del libro, podemos saber más información de algún aspecto específico de este conflicto. Porque en estos casos no solo se resalta la problemática política, los intereses económicos y geopolíticos, también puede abordarse desde el armamento utilizado, la situación social de cada país al enfrentarse, como eran geográficamente, etc.

Guerra del Pacífico

De Gonzalo Bulnes es, probablemente, uno de los libros más conocidos que trata sobre este evento. El escritor fue un historiador y político chileno al que se le conoce como “el hijo, nieto y sobrino de presidentes chilenos” y de cierta manera, tuvo al alcance de la mano fuentes de lo ocurrido, ya que familiares de él fueron parte del enfrentamiento.

Este título está compuesto por tres tomos. El primero fue publicado en 1911, el segundo en 1914 y el tercero en 1919. Y en la biblioteca del exmandatario nos encontramos con dos ejemplares del mismo libro. Los que salieron de la primera publicación y una edición posterior, de 1974.

La edición de 1974 tiene un prólogo del historiador Francisco Antonio Encina, quien elogia la sinceridad y precisión del autor al contar los hechos, a pesar de que, según él, militares que escribieron sobre el tema, le criticaron la falta de aspectos técnicos del enfrentamiento. Y aquí es cuando Encina sale a la defensa del escritor, aludiendo que la obra no pretende hablar de qué roles cumplieron las personas que iban en el barco, si eran cargueros o monitores, o cuántos cañones tenían para disparar, a cuántas millas andaba un barco en particular. Más bien, Bulnes quiere hablar del origen, desarrollo y desenlace de la guerra, destinando su pluma al lector común y corriente. Y vaya que Bulnes lo logra. Además, de ser preciso en la información que entrega respecto a los sucesos ocurridos, también entrega detalles jocosos. Por ejemplo, en el tomo dos, Bulnes narra cómo durante entre medio de las campañas, en la ocupación de un pueblo, las mujeres peruanas comenzaron a desesperarse al ver que llegaban los militares chilenos. Pero uno de ellos trató de calmarlas a tal punto que las mujeres creyeron que era un soldado peruano, un compatriota. Este militar las sacó rápidamente del error, pero al verlo tan comprometido en mantener la calma y en brindarles atención, le llegaron a preguntar si estaba soltero.

Desde esa historia a la precisión de lo que ocurría no solo en la guerra misma, si no cómo se sentía en las ciudades ajenas, es todo lo que Gonzalo Bulnes nos cuenta en su obra. Por esto es posible concordar con Encina sobre cómo Bulnes nos muestra la guerra, y también cuando elogia como “actores y sucesos se exhiben así mismos tal como fueron”.

La Guerra del Pacífico comenta extractos de prensa, como en los lugares más lejanos se hablaba del conflicto, los sentimientos e intereses políticos que despertaba el desarrollo de la guerra, el trabajo diplomático detrás y que se trató de mantener incluso cuando el conflicto estaba en su punto álgido. El autor también, a veces, entrega su opinión respecto a ciertos aspectos, pero de manera sincera. Como el mismo Encina lo comenta en su prólogo, “La historia sólo puede ser sincera. Y si hay en la historiografía hispanoamericana algún historiador al cual convenga el epíteto de sincero ese historiador es Bulnes”. Lo anterior, porque antes dice que no es posible ser imparcial y no objetivo.

Otro aspecto en el que Bulnes hace hincapié es en el interés que suscitó la guerra en el mundo. El número de extranjeros de países no beligerantes en la guerra era importante, considerando que en los sectores portuarios existía mucha afluencia de gente con distintos intereses particulares, como negocios, por ejemplo. Y en esa época lo que sucedía en un país alejado como Chile podía repercutir en otros lugares, pensando en el comercio internacional que pasaba por los puertos. Por esto es que desde distintos países enviaron a personas a constatar o enterarse de manera más cercana lo que estaba sucediendo en ese momento. Y Bulnes nombra a uno de estos observadores, quien es el siguiente autor del que se hablará: Theodorus B. M. Mason.

El naval estadounidense

Theodorus B. M. Mason, oficial de la marina estadounidense, nació en Nueva York el año 1848 y durante 30 años se dedicó a la milicia. El obituario dedicado a su memoria y la página web del U.S. Naval Institute cuentan sobre la importancia que tuvo este hombre en el desarrollo de la inteligencia naval estadounidense.

Pero para comentar el porqué de su viaje a este país durante el conflicto, nos situaremos cuando en una de sus destinaciones (al U.S.S. Franklin) pudo viajar por Europa y constató el atraso en la “construcción naval y armamento, y la casi total falta de información sobre el tema” por parte de Estados Unidos. Y en el intento de hacer algo, pidió permiso al final del crucero para visitar los establecimientos navales europeos. Fue un permiso breve, pero fue el comienzo para una actividad que se volvería parte de sus responsabilidades y para, finalmente, el libro que es parte de la biblioteca del exmandatario, Guerra en el Pacífico Sur.

Este libro comienza con una carta al entonces ministro de Marina, W. E. Chandler, con fecha del 10 de julio de 1883, comentándole que el fin del escrito es consecuencia de una petición del departamento de navegación de la Armada de EEUU.

Tiene un prólogo de Carlos López Urrutia, en el que lo primero que destaca es que está escrito por un neutral, lo que lo inhibe de “dejarse llevar por nacionalismos”. Segundo, que los errores cometidos fueron corregidos por el almirante Luis Uribe, segundo de Prat en la Esmeralda. Y tercero, comenta que faltan hechos memorables, como la campaña de Sierra y que ignora o evade asuntos políticos y diplomáticos.

En el caso de lo último, se puede dar una respuesta del porqué y el mismo autor del libro la da: el interés que tiene su texto es sobre la parte naval de la guerra, por lo que el resto de los sucesos “no serían valiosas para algún estudiante para naval o militar”. Por lo mismo, no se queda hasta el final del conflicto; está en Chile hasta 1881.

En su libro, que podría verse también como una especie de reporte de lo que se usó durante las distintas batallas, especifica armamentos, ventajas y desventajas, las muertes, quienes quedan en el cargo de máxima autoridad en los barcos de la escuadra, el nivel de destrucción que se ve en los pueblos, lo logrado y las derrotas durante las batallas, pero todo desde un aspecto técnico.

Al comienzo del texto contextualiza brevemente sobre los pueblos y el espíritu de los países que participan de la contienda, también sobre la geografía, el clima y la situación militar de los contrincantes, el por qué de la guerra. Y gracias a ciertos hechos que comenta, por ejemplo, sobre el armamento y milicia de cada país podemos hacernos una idea del porqué de ciertas alianzas (como la de Bolivia y Perú antes de la guerra), pero el marino no hace ninguna conjetura, solo comenta “Bolivia no tiene fuerza naval” y, por otro lado, para describir la marina peruana utiliza alrededor de cinco páginas. Y esto es por lo que menciona el mismo autor, su receptor original es el departamento de navegación de la Armada estadounidense y el interés es netamente para personas vinculadas a la mar, la estrategia militar y el desarrollo en sus vidas profesionales.

Los protagonistas de las batallas

Otro de los libros que podemos encontrar en esta biblioteca es uno con testimonios de dos personas que participaron en la Guerra del Pacífico, pero no de los comandantes que movieron tropas, o políticos que firmaron tratados, desconocieron acuerdos, o quienes trataron por todos los modos de resolver el conflicto por la vía diplomática. En esta oportunidad son los soldados rasos quienes nos entregan, uno por medio de sus cartas a su familia, y otro gracias a las hojas que escribió en primera persona, o que alguien pudo escribir para él mientras narraba los sucesos, de lo que le ocurría mientras era parte de las batallas, sus vivencias y pareceres.

En sus escritos podemos leer cómo pasaban el día a día, sobre las comidas, el agua, cómo debían a veces botar ropa para desocupar el peso que cada uno llevaba, la “braveza del mar” a la hora de desembarcar, si hacía frío o no, las peticiones que le hacían a las familias, sobre todo de cosas que no podían encontrar fácilmente en el campo de batalla, como papel y tabaco. También, en un ámbito espiritual, si recibían la eucaristía y cómo este acto religioso los confortaba a la hora de los enfrentamientos, ya que, de morir, estarían confesos y comulgados.

El libro que narra lo comentado anteriormente es Dos soldados en la guerra del Pacífico en el que se cuentan las historias de Abraham Quiroz e Hipólito Gutierrez del mismo puño y letra de estos dos jóvenes en la veintena, pertenecientes a distintos regimientos, pero motivados por la defensa a la patria.

Estas historias nos ayudan cuando el objetivo es descubrir la información subjetiva de la memoria (individual y/o colectiva) que la entrevista y la Historia oral nos otorga, para tiempos donde los actores históricos no están presentes.”

También, este tipo de relatos acompaña a la desmitificación de los actuares, y acercarnos más a la realidad de lo que vivieron esos hombres, tanto en el combate como a la espera de este. Un ejemplo, en las crónicas de Hipólito Gutierrez podemos enterarnos que una de las motivaciones de algunos soldados era saquear las ciudades que fueran ocupadas o estuvieran en el camino del territorio enemigo, pero como él mismo narra, al ver que en algunos pueblos la mayoría de los ocupantes eran chilenos, ya que ponían en los techos o ventanas banderas chilenas, decidieron no hacer nada, a pesar del hambre que tenían y de no tener con qué abrigarse ni dormir.

La ficción contándonos qué pasó

Por último, otro tipo de género que podemos encontrar sobre esta materia es la novela histórica. Hay dos títulos: uno, un clásico de la literatura nacional, y el otro, uno de los primeros libros en acercarse a la novela histórica como género narrativo. Hablamos de Adiós al séptimo de línea, de Jorge Inostrosa, y dos títulos de Ramón Pacheco, La generala Buendía (1885) y Los héroes del Pacífico o aventuras de la ex-generala Buendía (1887).

Y para ayudar a entender un poco la historia detrás de estos libros o género, también usaremos otro libro de la biblioteca de EFM, La novela histórica en Chile de José Zamudio.

Primero, el autor habla de la problemática entre las dos materias que se entrecruzan en el género, tratando de entender cuál es protagonista o cuál debiese estar por encima del otro Para finalmente llegar a la conclusión de que ambas pueden trabajarse en conjunto y separado; por un lado, no considerar netamente como divulgación histórica una novela que habla sobre una época en particular con datos reales y, por otro, que lo estético sea un aporte a lo que se quiere narrar.

En el mismo texto cuenta primero que Ramón Pacheco visitó ciudades del norte, lugares que fueron ocupados por el ejército chileno. Así, en Iquique, publicó varias novelas históricas con cierto éxito pero La jenerala y Los héroes del Pacífico fueron para la época un éxito rotundo y enfocadas en la guerra del Pacífico, ya que sus trabajos anteriores se ambientaban en zonas en guerra, pero sin mayor cercanía con los hechos ocurridos.

Respecto a lo exitoso, es similar la obra de Inostrosa. Cinco volúmenes de una novela que desde el comienzo comenta datos sobre la guerra, el cómo, el porqué, y en el libro de Zamudio se cuenta que el autor contó con harto material histórico nuevo, el que no existió para sus predecesores.

Distintos intelectuales, como Domingo Amunátegui Solar, comentan cosas poco positivas sobre la obra de Pacheco, por ejemplo, que no hay una base sólida de conocimientos, que los personajes no tienen profundidad, y otros que mezcla el desarrollo de las operaciones estratégicas y tácticas con los personajes que inventa en su obra.

Ahora, en el caso de Inostrosa no es que lo alaben en demasía, pero reconocen lo comentado previamente: el estudio y uso de material histórico para su novela. Que es un trabajo no menor.

Es importante tener conocimiento de las distintas miradas que puede tener un mismo tema, y como estos abordan esos puntos de vista de acuerdo con sus intereses. Y también, como lectores, nos podemos acercar a estas lecturas desde la curiosidad y la reflexión. Así, estos textos mencionados ayudan a dimensionar la importancia que tuvo la guerra no solo en quienes la vivieron, también en quienes decidieron escribir sobre ella y cómo abordar un suceso tan complejo como lo es el conflicto entre países, pero que repercute en todas las personas comunes.

Referencias

 

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