Destacado del mes: «El Cobre, memoria de una tragedia»

3 de marzo de 2025

Ad portas de cumplirse 60 años del terremoto de La Ligua, ocurrido en marzo de 1965, nos hemos propuesto traer a la memoria, la tragedia que conmocionó a todo el país.

Ocurrida en el poblado El Cobre, la catástrofe minera se llevó consigo a cientos de obreros y sus familias, cuyos cuerpos en su mayoría jamás pudieron ser recuperados y yacen sepultados en la zona donde sus casas hoy son reemplazadas por animitas en su memoria.

El terremoto del 28 de marzo de 1965

El 28 de marzo de 1965 transcurría como un domingo cualquiera. Algunos saliendo de misa, otros se preparaban para el almuerzo. Por su parte, el Presidente de la República Eduardo Frei Montalva, participaba de una actividad organizada por la Aviación Civil en el aeródromo de Tobalaba, cuando en medio del discurso final y justo antes del desfile programado para el cierre del evento, a las 12.33 horas, el rugido de la cordillera, el fuerte remezón de la tierra y una nube de polvo en las montañas alertó a los asistentes.

El mandatario, visiblemente preocupado según reporta la prensa de la época, abandonó rápidamente el lugar para informarse de lo ocurrido y las posibles consecuencias, ya que la fuerza del movimiento telúrico indicaba a todas luces que se trataba de un terremoto y los recuerdos de lo ocurrido en Valdivia, apenas cinco años atrás, hicieron estremecer a la población.

Según cifras oficiales entregadas a través de diferentes fuentes el sismo registró una intensidad de 7.6 grados en la escala Richter y tuvo su epicentro en la zona de La Ligua, actual Región de Valparaíso, dejando un saldo de alrededor de 21.000 viviendas destruidas y otras 70.000 con daños, además de 87 fallecidos y más de 200 personas desaparecidas.

Portada del diario La Nación del lunes 29 de marzo de 1965 anunciando la tragedia del día anterior con una fotografía de una pequeña niña entre los escombros de las casas en el pueblo de Nogales. Archivo Universidad Diego Portales

 

Revisando la prensa de la época, fundamentalmente los principales periódicos en circulación en aquel entonces, podemos hacernos una idea de las impresiones iniciales sobre lo ocurrido. 

A primera hora del día siguiente al terremoto, ya se reportaban cifras preliminares de daños, señalando que en pueblos como Llay-Llay, San Felipe, Los Andes y sus localidades internas cerca del 90% de las viviendas habían resultado destruidas o estaban inhabitables; que los servicios esenciales de electricidad, agua potable, teléfono y telégrafo se interrumpieron producto del sismo; además de provocar cortes en algunas rutas de Santiago al norte y la suspensión del servicio ferroviario hacia Mendoza.

 

Por parte de las autoridades y de organismos públicos como Carabineros o las Fuerzas Armadas, la respuesta fue bastante rápida en atención a la emergencia vivida. El Presidente de la República y los Ministros de Estado se movilizaron de forma casi inmediata a las zonas afectadas, atendiendo aspectos como evaluación de daños, rescate de víctimas, aprovisionamiento básico, reubicación de damnificados, etc. De igual forma lo hizo el Servicio Nacional de Salud, movilizando personal médico y estableciendo medidas sanitarias especiales en las localidades afectadas.

Cientos de voluntarios y organizaciones civiles acudieron en ayuda de los compatriotas afectados, colaborando en la remoción de escombros, el traslado de víveres y agua, instalando campamentos de emergencia, incluso cuidando de los niños quienes poco comprendían del desastre a su alrededor.

Así, tanto desde lo público como desde lo privado, la respuesta ante la emergencia fue bastante rápida y acertada, varios medios afirman que se trata de la lección aprendida tras el terremoto de Valdivia de 1960. Los servicios básicos se regularizaron en un par de días, al igual que los caminos y, salvo las situaciones más graves y que requieren más tiempo, poco a poco se volvía a la calma.

Sin embargo, a unos 10 kilómetros al norte de Nogales, entre los cerros de la Cordillera del Melón, la realidad era muy diferente, pues las consecuencias del terremoto dejarían una huella imborrable en la tierra y en la memoria de quienes perdieron a sus familiares y amigos en el extinto campamento minero El Cobre.

 

La tragedia de El Cobre

Asociado al mineral, El Soldado, ubicado en el cordón montañoso, El Melón, en la Región de Valparaíso, existió durante varias décadas el campamento, El Cobre, uno de los tantos que fueron surgiendo en la zona conforme más obreros se iban sumando a las labores mineras provenientes en su mayoría de las haciendas cercanas. 

Los obreros y funcionarios de la mina El Soldado, que en los años 60 era propiedad de la Compañía Minera Disputada de Las Condes, se distribuían en diversos campamentos ubicados en los alrededores de la faena, muchos de ellos formaron sus familias en el lugar y permanecieron allí por varias generaciones.

La vida en El Cobre y en los otros asentamientos transcurría con bastante normalidad pese a las dificultades de acceso al sector y la innegable escasez de recursos propia de los sectores populares del Chile de la década de 1960. Había al menos 3 escuelas primarias para los hijos de los obreros de la mina, siendo la Escuela N°52 El Cobre la única que dependía del Estado. Contaba con dos salas, una cancha de fútbol y se constituyó junto a la sede del sindicato en espacios fundamentales para la vida social y familiar.

Cada fin de año se celebraba el Carnaval de El Cobre, uno de los eventos más esperados por los habitantes de los campamentos e incluso de los pueblos cercanos. Comprendía fiestas de baile, campeonato de fútbol, diversos concursos y presentaciones artísticas, finalizando la semana de festejos con la tradicional elección de Reina y “Rey feo”.

Todo eso cambió drásticamente pasado el mediodía del domingo 28 de marzo de 1965, cuando tras el terremoto que sacudió la tierra, un estimado de 2 millones de toneladas de material de relave de la mina, que no contaban con un muro de contención adecuado para seguridad del tranque, se derramaron sobre el pueblo sepultándolo por completo en cuestión de minutos. 

 

Vista parcial del lugar de la tragedia. Se aprecia el material sepultando el poblado completo, con excepción de la pequeña iglesia de El Cobre. Libro 28 de marzo. Vida, tragedia y memoria

 

La complejidad de la situación sólo aportó a la tragedia misma ya que en un inicio siquiera se tenía claridad de la cantidad de casas que había o quiénes se encontraban en El Cobre en el momento del desastre; a ello se sumó el tipo de material que causó el aluvión, siendo el relave una mezcla de agua, rocas trituradas y diferentes ácidos utilizados en la faena minera, que conforman un lodo químicamente tóxico y de consistencia fangosa que 

 

hizo imposible la búsqueda de sobrevivientes y dificultó de sobremanera el rescate de los cadáveres de las víctimas en medio de la masa que comenzó a secarse con el paso de los días adquiriendo una apariencia similar al concreto, provocando que cientos de personas quedaran sepultadas para siempre en el lugar.

Al igual que con la emergencia general provocada por el terremoto, apenas se supo lo ocurrido en El Cobre, se  comenzó a movilizar personal de emergencia y autoridades al sector para evaluar la situación y tomar las medidas necesarias. Sin embargo, muchos testimonios de los que aparecieron en diarios y revistas de la época comparten la sensación de pesar al notar in situ que las probabilidades de encontrar sobrevivientes eran bajísimas y que las labores de rescate de los cuerpos serían complejas.

 

 

Carabineros de Chile en labores de rescate de cuerpos entre los escombros en El Cobre. Museo Histórico Carabineros de Chile

 

Durante varios días trabajaron arduamente en medio del lodo y bajo un sol inclemente, pero desafortunadamente las condiciones antes señaladas no permitieron un resultado efectivo. Además, cuatro días después de la tragedia, el jueves 1 de abril, las autoridades prohibieron continuar las labores de recuperación de los cuerpos por los riesgos sanitarios que conllevaba la faena, siendo el propio ministro de minería Eduardo Simian, quien comunicó la medida a los familiares e informó que el sitio sería declarado Cementerio Público a fin de resguardar la memoria de las víctimas y el respeto por sus cuerpos que quedaron sepultados por el relave.

Así, de las 228 víctimas que figuraban en el listado oficial de desaparecidos en El Cobre, sólo cerca de cincuenta cuerpos fueron recuperados y lamentablemente la mayoría de ellos ni siquiera pudieron ser identificados. En el Cementerio Municipal de La Calera un conjunto de 46 cruces blancas señala el lugar de descanso en el que yacen sus restos.

Respecto del lugar donde alguna vez se emplazó el campamento minero de El Cobre, cada 28 de marzo, familiares de las víctimas se reúnen allí para recordar la tragedia que cambió sus vidas hace sesenta años. Un conjunto de animitas fue levantado en el sitio por iniciativa de los deudos y varias de ellas las construyeron sobre la ubicación dónde estaban sus hogares.

Padre e hija frente a la tragedia en la que perdieron a su esposa y madre. Revista Flash del 1 de abril de 1965. Archivo Casa Museo Eduardo Frei Montalva

 

Según la información publicada en los periódicos los días subsiguientes a la tragedia, el presidente Eduardo Frei Montalva visitó el sitio en dos ocasiones, ese mismo domingo del terremoto por la tarde noche y al día siguiente, en ambas oportunidades se le vio profundamente conmovido, al igual que los secretarios de Estado que se apersonaron. Emblemática es la imagen donde se ve a Domingo Santa María, ministro de economía, recorriendo descalzo entre el lodo del aluvión junto a quienes trabajaban en el rescate de los cuerpos, un acierto fotográfico del diario La Tercera de La Hora que fue replicado en varios otros diarios como muestra del compromiso que mostraron las autoridades con los afectados por la catástrofe.

En este mismo sentido, apenas unos días después de lo ocurrido, se instruyó una investigación judicial para determinar las responsabilidades de la compañía minera en el colapso del tranque de relave, proceso que estuvo a cargo del Ministro en Visita Wenceslao Olate y que comenzó sus diligencias el día 7 de abril en los tribunales de Quillota. 

Desafortunadamente desconocemos el desenlace de este proceso judicial, de igual forma que no hemos podido encontrar antecedentes de algún tipo de indemnización o apoyo económico a los familiares de las víctimas o a los habitantes de El Cobre que no se encontraban ese fatídico día en sus casas, pero que perdieron a sus familias o sus hogares.

Hoy, seis décadas después de esta dolorosa tragedia, muchas personas de la zona de Nogales, La Ligua, La Calera y sectores cercanos recuerdan lo ocurrido ese 28 de marzo de 1965, otros tantos lo han olvidado o simplemente desconocen lo sucedido debido al paso del tiempo. Sin embargo, el recuerdo amargo persiste en muchas personas y por respeto a ellos y a quienes perdieron la vida a causa de la catástrofe es que hacemos este ejercicio de memoria que compartimos con ustedes como un aporte más que se suma a nuestros destacados del mes de Casa Museo EFM .

 

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