Corría el año 1956 y la FIFA realizaba un congreso en la ciudad de Lisboa para decidir la próxima sede del mundial de fútbol a realizarse seis años más tarde. Los candidatos para ello eran Argentina y Chile, siendo el país trasandino la opción que parecía más fuerte para convertirse en el anfitrión de la competencia. Incluso los días previos a la votación, la revista Estadio, uno de los principales medios de prensa deportiva en nuestro país, hablaba sobre las desventajas en recursos e infraestructura hotelera y deportiva que jugaban en nuestra contra, haciendo un llamado a esperar los resultados de la votación sin mucho optimismo dada la difícil situación chilena.[1]
Contra todo pronóstico y tras la ardua gestión de hombres claves como Juan Pinto Durán y Carlos Dittborn, el 10 de junio de 1956, Chile era elegido sede del VII Campeonato Mundial de Fútbol, llenando de expectación, euforia y cierto temor a los chilenos, las autoridades y a la opinión pública, frente al enorme desafío de recibir a los 16 equipos que competirían, sus técnicos, la prensa internacional y los turistas espectadores del evento, sin que para esa fecha contáramos con estadios suficientes, ni con lugares de hospedaje para la multitud que se anticipaba. Pese a ello, desde el propio Presidente de la República, Carlos Ibáñez del Campo, los dirigentes y la prensa especializada con una sensato optimismo llamaban a trabajar a conciencia y sin descanso durante los próximos años para hacer de la cita deportiva un ejemplo de las capacidades y el compromiso chileno. El connotado periodista deportivo Julio Martínez expresaba en la revista Estadio parte de este sentir al escribir:
“A falta de grandes galardones en las canchas, Chile ha conquistado un prestigio incontrarrestable por su espíritu deportivo, su conciencia solidaria y su invariable disciplina deportiva.”[2]
Al inicio de la nueva década, se avanzaba en la construcción de la infraestructura necesaria y la selección nacional trabajaba bajo la atenta supervisión de su entrenador Fernando Riera, contratado especialmente para preparar al equipo chileno en su camino al mundial. La selección nacional incluso llevó a cabo una gira a Europa como parte de su campaña previa al evento, siendo reconocido tanto en su desempeño como en su rol de embajadores de la causa nacional por promover el campeonato que dos años más tarde se realizaría en nuestro país. Para el mes de abril, mientras el seleccionado nacional se encontraba en Suiza para jugar un partido amistoso con los locales, el propio Secretario General de la FIFA, Kurt Gassmann, expresaba su confianza en que Chile organizaría el mundial de fútbol de acuerdo a las expectativas[3]. Un mes después de estas declaraciones, el optimismo reinante decaería a consecuencia del mayor terremoto medido en la historia que azotó nuestro país y cuyo epicentro estuvo en la ciudad de Valdivia el 22 de mayo de 1960.
“Chile vive días de dramática ansiedad. Gran parte de su territorio ha sido asolado por la fuerza incontrolable de la naturaleza […] Nadie puede sustraerse al dolor de la catástrofe inconmensurable. Más ese dolor no debe someternos hasta el punto de impedir la pronta recuperación moral […] [4]
Después de la catástrofe y pese a la incertidumbre, las autoridades deciden seguir adelante con la organización del campeonato mundial mientras se colaboraba en la reconstrucción de las zonas afectadas, cediendo buena parte de los fondos destinados al mundial y manteniendor así el compromiso asumido cuatro años atrás, actitud que fue valorada por la comunidad, el mundo del deporte y la prensa, manifestando que:
“… es digno de aplauso la actitud del Comité del Mundial de Fútbol. La decisión tomada por ese organismo contempla a nuestro juicio el cumplimiento de los dos deberes fundamentales que corresponden al deporte. Al ceder los fondos procede de acuerdo a la única forma posible en las actuales circunstancias, pues nada es más urgente que acudir con todo lo que se disponga en ayudar al Sur. Y al mantener firme la realización del torneo en nuestro país, actúa interpretando fielmente el espíritu del deporte, cumpliendo con la misión que a éste le corresponde dentro de la sociedad.” [5]
CHILE CUMPLIÓ FUERA Y DENTRO DE LA CANCHA
Tras la tragedia mencionada, se decide continuar con los preparativos, esta vez con la intención de ofrecer un evento dentro de los márgenes de la austeridad y el respeto por el pueblo chileno víctima del terremoto. Las zonas norte y centro que no fueron afectadas ofrecieron su apoyo y compromiso para convertirse en sedes de los partidos de la competencia, siendo las ciudades de Arica, Viña del Mar y Rancagua, quienes compartirían con la capital, el desafío de recibir a los participantes y visitantes. Una actitud mancomunada entre instituciones públicas y privadas permitió que, finalmente el 30 mayo 1962, el Presidente Jorge Alessandri inaugurara el campeonato, destacando la algarabía del deporte, pero sin olvidar las dificultades enfrentadas.
“Es posible, señores, que no disponga nuestro país de todas las comodidades y adelantos que otros pudieran ofrecer. – Es probable que subsistan algunas insuficiencias que no hayamos podido superar, pese a nuestros esfuerzos. -Pero, lo que yo os puedo asegurar y de ello podéis estar ciertos, es que en este rincón alejado del mundo existe para todos un sincero reconocimiento por habernos distinguido con la designación de país sede de este campeonato y en especial una expresión de afectuosa amistad hacia quienes están entre nosotros para intervenir y presenciar este importante acontecimiento deportivo.” [6]
16 equipos distribuidos en 4 grupos con sede en cada una de las ciudades mencionadas se dieron cita en este evento. Luego de la primera ronda pasarían a cuartos de final sólo la mitad de ellos, quedando en semifinales los cuatro con mejor desempeño tras dos semanas de competencia: Brasil, Checoslovaquia, Yugoslavia y el anfitrión, Chile, sorprendiendo a todo un país que acudía en masa a los estadios para ver a la selección nacional, dejándose envolver por la que a partir de este momento se transformaría en la “pasión de multitudes”.
El final de esta historia es conocido por prácticamente cada habitante de este país, mientras Brasil se coronaba campeón tras disputar la final contra Checoslovaquia, Chile se adjudicó un memorable tercer lugar al derrotar a Yugoslavia, con apenas un tanto de Eladio Rojas conseguido en el último minuto del partido disputado en un Estadio Nacional repleto el 16 de junio de 1962.
Inolvidables para muchos chilenos son los jugadores que protagonizaron este memorable episodio de nuestra historia deportiva. Figuras como Eladio Rojas, Leonel Sánchez, Luis Eyzaguirre, Carlos Campos y el capitán Sergio Navarro son recordados junto a su entrenador Fernando Riera y aunque muchos de ellos ya han fallecido, su trayectoria tanto en la selección chilena como en sus clubes dejó una huella importante.
De igual forma que los protagonistas en la cancha, no podemos dejar de reconocer que nada de esto hubiese sido posible sin el esfuerzo de muchos dirigentes del fútbol nacional, algunos de ellos representaron a nuestro país en su candidatura a sede del campeonato y posteriormente realizaron todos los esfuerzos posibles para que la cita deportiva se realizara a pesar de todas las dificultades. Entre ellos, destacan las figuras de Juan Pinto Durán y Carlos Dittborn, quienes lamentablemente no pudieron ver el resultado de esta gestión. El primero de ellos fallece trágicamente a causa de un accidente automovilístico en noviembre de 1957, mientras Dittborn muere en abril de 1962, apenas 32 días antes de que inicie el mundial de fútbol por el cual trabajó arduamente.
Sin duda alguna el VII Campeonato Mundial de Fútbol realizado en Chile en 1962 no dejó indiferente a los miles de chilenos que, con los recursos disponibles en aquel entonces, siguieron cada partido a través de los diarios y sobre todo la radio, en una época en la que la televisión era un lujo de pocos y dónde los periódicos sólo circulaban en las ciudades principales. Maún fueron los afortunados que pudieron asistir a los estadios para ver en vivo los encuentros del mundial, siendo Eduardo Frei Montalva uno de aquellos que tuvo la oportunidad de disfrutar de este evento. Casa Museo conserva hoy dos boletos para el encuentro entre Alemania Federal y Yugoslavia que se disputó en el Estadio Nacional el 10 de junio en la fase de cuartos de final del campeonato.
“Ya se acabó. Ya empieza a pertenecer al pasado. Uno anda por las calles del centro y todavía encuentra en las vitrinas ‘recuerdos del Mundial’. Insignias, ceniceros, banderines, cajas de fósforos, encendedores. ¡Recuerdos del Mundial! Recuerdos sí, que tendremos muchos. Y muy hermosos. No de ésos que llenaron la ciudad en los días ardorosos del campeonato, que adornaron las vitrinas del comercio. Recuerdos más hondos, más íntimos, de más profundo significado. Recuerdos de una fiesta incomparable.” [7]
Referencias
[1] CHAMANTO, “Es difícil”, Estadio, n°682 (1956): 3.
[2] Julio Martínez Prádanos, “Justo premio”, Estadio, n°683 (1956): 1.
[3] Julio Martínez (Jumar), “Condecoraciones”, Estadio, n°882 (1960): 3.
[4] Alejandro Jaramillo, “Editorial”, Estadio, n°889 (1960): 1.
[5] Ibidem.
[6] Jorge Alessandri Rodríguez. Discurso del Presidente de la República en la inauguración del Mundial de Fútbol. Disponible en el sitio web Memoria Chilena de la Biblioteca Nacional de Chile <http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-80860.html>
[7] Pancho Alsina, “Adiós, días inolvidables del Campeonato del Mundo”, Estadio, n°996 (1962): 3.
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