Destacado del mes | La política y el espíritu

17 de junio de 2020

En este artículo del mes de junio, Casa Museo Eduardo Frei Montalva recuerda la publicación del segundo libro escrito por el expresidente, La política y el espíritu. Obra que busca mostrar las problemáticas presentes en las posturas políticas de la época y un posible camino que lleve a la creación una sociedad enfocada en el humano y el desarrollo integral de este.

 

Por Loreto Navarro

El nuevo mundo que entra a otra guerra

El estar ad-portas de una de las pugnas más importantes en la historia de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial, movió a Eduardo Frei Montalva a entregar su visión de lo ocurrido, planteando su inquietud por el impacto del acontecimiento en a una sociedad occidental que no estaba preparada para afrontarlo.

En su primer viaje a Europa[1] había presenciado el crecimiento de dos figuras que habían tomado el control de sus respectivas naciones y que luego fueron los protagonistas (y perdedores) de la Segunda Gran Guerra: Adolfo Hitler y Benito Mussolini. Pese a la distancia, también estuvo al tanto de lo ocurrido en la Unión Soviética y su avanzada hacia el marxismo, primero con Vladimir Lenin y luego con Stalin.

Y en 1940, meses después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Frei Montalva, publicó La política y el espíritu (Editorial Ercilla), para adentrarse en un análisis a estas ideologías representadas por estas superpotencias que entraron en conflicto, y ahondar en la búsqueda de una alternativa nueva que llevase al ser humano a trabajar por un desarrollo integral.

El epílogo

Quien prologa el libro es Gabriela Mistral, poeta chilena y amiga[2] de EFM. En ese momento radicada en Brasil, también estaba al tanto de lo ocurrido en el mundo en general y el futuro presidente le pidió como un favor personal que leyese su libro y le indicara sus comentarios. “Su libro, Eduardo Frei, es de las mejores cosas que a 10 largo de años se haya publicado en el género del ensayo social en la América del Sur”[3], le respondería Mistral a través de un “recado[4]”, la manera en la que la poeta mantenía contacto con Chile.

Pero Mistral no solo le dejó un recado: aquel prólogo, finalmente, fue producto de una especie de diálogo a la distancia, un intercambio y refuerzo de opiniones. El conocimiento de la autora aporta a lo que se encuentra en el escrito del expresidente. Ella misma comentó que cuando estuvo en España, pudo ver el nacimiento de estos nuevos sistemas políticos-económicos como el capitalismo y el liberalismo, la aparición de un nuevo imperio (el soviético) y de alguna forma también concordó con Frei Montalva sobre cuál era la solución política, esa que tomaba en cuenta a toda la humanidad y ayudaba al desarrollo de la persona: “Una vida interna (…) que constituye para el hombre espiritual algo tan concreto como una siembra de lentejas y tan rotundo como 10 cerros chilenos”.[5]

La poeta entregó su visión de Chile, de su historia y de su gente, de cómo en esta oportunidad el país debía salvarse, encontrando su propio camino, “dando la cara corajuda a cuantos riesgos trae consigo una creación”[6], ya que “ningún bando tiene el derecho de disponer de nuestro destino colectivo”, porque con lo que sucedía en el mundo, se trataba “de salvarnos o perdernos todos, queramos o no entrar en la epilepsia del Viejo Mundo; amemos o detestemos al vencedor”.[7]

La política y el espíritu

Eduardo Frei Montalva expuso en su libro este histórico momento que vivió el mundo entero. Una pugna entre fuerzas políticas que crecieron, que ganaron adherentes, que no solo fueron movimientos políticos y formas distintas de entender cómo se administraba el Estado, sino que también fueron formas esenciales de vida basadas tanto en teorías científicas como en prácticas culturales tangibles en el arte, el teatro, la literatura y el cine.

Dentro de su relato Frei concluyó que es de suma importancia que toda acción política que busque ser una contraposición frente a estas otras ideologías debe tener un concepto de hombre, de sociedad y de Estado

Esta nueva noción política que desea mostrar Frei Montalva tiene añoranza en la Edad Media. Época en la que se cree, hubo un equilibrio entre lo material y lo espiritual, y todas las clases sociales tenían una participación. El trabajo tenía un significado, un sello personal, más allá de solo lograr la producción en serie y recaudación del capital. Aquí también nace la figura del artesano, a quien consideraba, sin dudas, el máximo exponente del trabajo manual; y todas estas construcciones que, a su manera de entender, deben proceder de un trabajo en conjunto, un resultado de “un pensamiento y esfuerzo colectivo”[9].

Otro componente de esta propuesta política era la noción de hombre tanto como ser individual, como colectivo. El hombre tiene una dimensión no solo física, sino también espiritual, pues posee un alma inmortal. Para Frei, esto lo llevó a establecer que el hombre tiene derechos propios y naturales, tales como el derecho a vivir, a la libertad, a la defensa, a la familia y a la búsqueda de un bien mayor, un destino que está por encima de todo.

La persona humana se ha desenvuelto en un medio social, primero una familia, luego sus pares en el trabajo, etc., del mismo modo las organizaciones e instituciones que se van creando. De esta manera social y corporativa, el individuo no solo ha sido parte de un colectivo que trabaja y produce, también se pueden esclarecer las problemáticas que se presentan, para luego encontrar solución como grupo organizado.

Finalmente Frei Montalva consideró que lo que esté en torno al ser humano debía estar al servicio del hombre, aportando, desde la educación por ejemplo, a que cada individuo no solo tuviese conciencia de este fin superior, sino también de trabajar en ello.

Pero ¿por qué escribir este libro? porque hay dificultades en el camino. En este caso particular, cuando en la práctica las tendencias políticas no lograron llegar a este bien, tajantemente se anuló, o cuando se sobrepone un valor o dimensión por sobre otro, y lo deja en un segundo plano.

Los ismos del siglo XX

Para Frei Montalva las ideologías políticas, como el liberalismo y el marxismo, contienen ideas potentes que pueden ayudar al hombre, pero al ver el funcionamiento de estas en las sociedades de la época, notó que lo teórico se aleja de lo práctico.

En el caso del nazismo y fascismo los consideró como extremos, ya que son los que más se alejan de esta idea de bien superior de cada hombre. Hitler centró su política en la superioridad de una raza sobre las otras y con esto esgrimió que a los “inferiores” se les debía coartar sus derechos. Por otro lado, el fascismo de Benito Mussolini, finalmente todo un poder, un aparato, una máquina, una fuerza, en este caso del Estado, se concentraba en estas figuras mesiánicas y sus más cercanos, que, enarbolando discursos con términos como la libertad, derechos, economía, adhirieron nuevos actores a su movimiento, pero sobreponiendo a unos individuos por sobre otros.

Por otro lado, a pesar de que Frei no consideró liberalismo y el marxismo como ideologías políticas ideales, sí reconoció ciertas características y principios que podrían funcionar para un humanismo en torno a Dios.

El liberalismo tuvo como fin último la libertad del individuo y vio a este como “una unidad económica”, se exacerbó la idea de la materialidad del hombre, en la que pasó de ser un productor o creador con espíritu, a ser un productor en serie de estos productos ofrecidos y un consumidor de los mismos. Y sobre la idea de colectividad y Estado, hay una ausencia de este, ya que la persona además de ser vista como un ente que produce, también se le ve como un ser único, individual. Lo que llevaría en la práctica, a que existiesen jornadas laborales de 14 horas en algunos países; concentraciones urbanas sin defensa alguna de la salud pública, ni la más mínima preocupación por el agrado y la comunidad del pueblo”[10]. Lo positivo de este modelo fue la idea de libertad, ya que ayudaría al hombre a ir por ese fin último personal, “la vida interna” de la que habló Mistral. Sin embargo, al estar individualizado, quedó a merced de la fuerza opresora del sistema y frente a cualquier injusticia indefenso en esa soledad.

Respecto al marxismo, lo rescatable para Frei fue la idea de colectividad. Estas organizaciones de trabajadores, sin duda ayudaron a manejar de mejor manera las necesidades de la clase obrera. También comentó que veía como esencial el trabajo, “socialmente útil es el único factor de producción y enriquecimiento”[11]. Pero hay dos aspectos con los que no estuvo de acuerdo: el impulso a la lucha de clases y la pérdida de libertad bajo esta fuerza opresora en la que se convirtió el Estado. Y es que el Estado para el marxismo ha funcionado como la gran máquina que lo regula y ve todo, procurando mantener la igualdad para todos sus integrantes, mediante la restricción de la libertad de expresar la individualidad del alma que le llevaría a cada uno al desarrollo personal.

La revolución necesaria

“Centrarse en el espíritu del hombre y que en eso se centre toda acción que se lleve a cabo, que todo esté al servicio del hombre. Este hombre no puede ser el producto de una raza ni de una comunidad, ni de la economía, ni de una individualidad pura. Debe ser una persona con espíritu y materia regido por normas supremas en cuanto se refiere a su destino superior. El centro que lo justifica está más allá de su propio yo y de la sociedad. Este centro es Dios”[12] y desde este centro debe emerger este humanismo político.

Pre-presidencia. Campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva en 1958, junto al partido Demócrata Cristiano © Archivo de Casa Museo Eduardo Frei Montalva.

Al conocer el programa de gobierno de Frei Montalva es posible apreciar este cruce entre sus palabras en 1940 y la “Revolución en libertad”. No solo buscaba entregar tierras o incrementar la economía nacional con el fin de obtener ganancias monetarias y materiales. Sus reformas iban de la mano con una reforma educacional que pretendía entregarles la oportunidad a los niños de la época, cursar toda la enseñanza básica y media, aprendiendo un oficio en paralelo para después ser profesionales. Facilitar también el acceso a la vivienda y las mejoras urbanas en las distintas ciudades tenían la finalidad de mejorar la vida de las personas, para que en el camino viese cada uno cuál es ese fin personal que podían desarrollar.  Con la Promoción Popular, maximizar la posibilidad de que los diversos grupos sociales, obreros en los distintos ámbitos, estudiantes, vecinos, profesionales, empresarios, agricultores se organizaran y relacionaran de mejor manera con el aparato estatal y así lograr los cambios necesarios para el crecimiento de cada individuo.

“No sólo se requieren esas reformas anotadas, sino que la gran reforma que resulta de una fuerza moral, que dé al país sensación de austeridad, de caridad fraterna, que actúe por la presión del convencimiento que resulta del ver derrumbarse a un mundo nacido en la negación del Espíritu, y en la exaltación de los más variados materialismos”[13].


[1] https://www.casamuseoeduardofrei.cl/el-primer-viaje-de-eduardo-frei-montalva-a-europa/
[2] https://www.casamuseoeduardofrei.cl/objeto-del-mes-las-grandes-amistades-gabriela-mistral-y-eduardo-frei-montalva/
[3] Frei Montalva, Eduardo. La política y el espíritu. Editorial Ercilla. Santiago. 1940.
[4] “Tipo de texto nuevo en su repertorio, nacido de la urgencia de evitar la asfixia y de mantener, a través de sus textos, el contacto con los suyos, donde fuera que vivieran y quien quiera que fueran…” En https://www.fundacionlafuente.cl/los-recados-quincenales-de-gabriela-mistral/
[5] Frei Montalva, Eduardo. La política y el espíritu. Editorial Ercilla. Santiago. 1940.
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8] Ibid.
[9] Ibid.
[10] Frei Montalva, Eduardo. La política y el espíritu. Editorial Ercilla. Santiago. 1940.
[11] Frei Montalva, Eduardo. La política y el espíritu. Editorial Ercilla. Santiago. 1940
[12] Ibid.
[13] Ibid.

 

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