Cuando Los Andes reemplazó a Los Alpes

24 de agosto de 2021
Revista Estadio. Año XXV. Nº1209. 12 de agosto de 1966. Santiago de Chile.

Hace 55 años, deportistas de Alemania Oriental no fueron visados para competir en Francia en el Mundial de Esquí Alpino. Esto convirtió a Chile por primera y única vez, en el anfitrión de la más importante cita del deporte blanco europeo. Una historia donde, nuestro país demostró estar a la altura y superó los embates de la desconfianza y la Naturaleza. 


En este mes de agosto, ya no tan frío como los de años pasados, recordamos uno de los principales eventos deportivos que se realizó durante el gobierno de Frei Montalva: el vigésimo sexto Campeonato Mundial de Esquí Alpino. Hasta el día de hoy, el único realizado en este lado del mundo.

Durante las décadas de ’50 y ’60, Chile fue favorecido con la oportunidad de ser sede de varios eventos de carácter planetario. Un ejemplo, el memorable Mundial de Fútbol de 1962. Ese año, también albergó otro Mundial: el de Hockey en Patines. Y en los ’50, el Mundial de Pentatlón y de Básquetbol femenino (ambos en 1953), y el de Básquetbol masculino (1959).

En 1963, Chile decidió embarcarse en otro proyecto: el Campeonato Mundial de Esquí Alpino, a celebrarse en 1966.

Todo comenzó cuando hubo problemas con las visas de un equipo de Alemania Oriental para asistir a un evento en Chamonix, Francia. En ese momento, Chile decidió proponer llevar a cabo la organización del Mundial de esquí. Personas ligadas en ese tiempo al deporte blanco, como Sergio Navarrete, esquiador chileno; Héctor Belledone y Arturo von Schroeder viajaron hasta Grecia para asistir al Congreso de Atenas, a proponer como sede a Portillo, centro de esquí ubicado en nuestra cordillera de los Andes.

La aceptación de Chile fue una sorpresa para muchos países, especialmente para los que ya estaban habituados a organizar este tipo de eventos, pero las palabras de Emile Allais, famoso esquiador francés que vivió algunos años en Portillo y declarado como “un eterno enamorado de la región y el país”, fueron lo suficientemente poderosas para que Chile y la Cordillera de los Andes se quedaran con el honor.

A pesar de haber sido una proclamación oficial, no estuvo exenta de peligros. Si bien la decisión fue tomada por las organizaciones pertinentes, varios países miraron con recelo la decisión y frente a la más mínima controversia, los rumores y voces se esparcían, proponiendo la postergación del Mundial o bien, su cancelación.

AP Archive, Associated Press – Video del Mundial de Esquí Alpino en Chile 1966

Siguiendo el protocolo para definir la sede, la Federación Internacional de Esquí (FIS), en agosto de 1963, envió inspectores para revisar las canchas, certificar la calidad de estas y ver si estaba todo lo necesario para llevar a cabo un Mundial.

El reporte entregado por estos expertos decía que las canchas cumplían con las expectativas de la Federación, pero se incluyó una extensa lista de trabajos que debían hacerse para lograr que el entorno fuese el apropiado para albergar a todos los equipos, tanto deportivos como periodísticos, que viajarían desde diversos lugares del mundo hasta acá. Hay que pensar que, en esos años, el sector, además del hotel, solo contaba con algunas instalaciones militares, puesto que era un centro de esquí pensado para el deporte como diversión, más que para la competencia.

De acuerdo con lo que comentó Ricardo Solari, presidente del Comité Ejecutivo del Mundial de Esquí, en una entrevista de la revista Estadio, parte de los arreglos eran la construcción de andariveles, disponer de alrededor de 650 camas, acondicionar espacios para talleres de esquí, sala de recreo, comedor especial para los contendores, un lugar para clínica y quirófano, un hospital de campaña en un edifico sólido, asegurar el acceso y las comunicaciones hacia y desde Portillo, entre otros.

En 1964, durante los Juegos Olímpicos de Innsbruck, Chile debió informar todos los avances, los que fueron celebrados por los expertos de los comités, sin embargo, los representantes de Chile aún tenían la impresión de que otro país podía torpedear la concreción de este nuevo sueño.

Un camino difícil

Aproximadamente un año después, en Berna, Suiza, Chile hizo otra presentación de los avances logrados. Los fiscalizadores de la FIS programaron un viaje para revisar que siguiese todo en marcha, a su vez, comités de otros países seguían paso a paso los avances de Chile, aún en este intento de quedarse con el campeonato. Para esto, contó también Solari, la Cancillería y un cuerpo de diplomáticos hicieron diversos viajes para entregar garantías de que Portillo era el lugar indicado para hacer el Mundial.

Mientras seguían avanzando con la lista de trabajos, pasó lo impensado: la noche del 11 de agosto de 1965 un frente de mal tiempo azotó a buena parte del centro del país. Se dio la alarma, se cerraron los puertos, e implacable como es el clima, se produjeron nevazones y avalanchas que dañaron parte de lo construido y mostraron un inconveniente: frente a una nevazón, se cierra el paso hacia la cordillera, existiendo la posibilidad de quedarse algunos días encerrados en las montañas sin ningún tipo de contacto. Todo esto provocó que las voces disidentes cobraran fuerza y pidieran la cancelación del Mundial, que Chile renunciara de manera voluntaria, o que se postergase el evento. Finalmente, lo que buscaban era que Chile no fuese sede.

AP Archive, Associated Press – Video del Mundial de Esquí Alpino en Chile 1966

Después de la tormenta…

Se convocó a una reunión ampliada y de emergencia. donde participaron diversos personajes pertenecientes a las federaciones y comités, como también testigos que presenciaron el temporal y otras relacionadas al mundo del deporte, decidiendo el futuro del evento en Chile. La intervención de Ricardo Solari defendiendo el lugar de nuestro país, jugó un rol esencial para el futuro del evento y declaró: “ya nos ha castigado bastante la Naturaleza para que también nos castiguen los hombres”. Sus sentidas palabras tuvieron efecto, Chile se comprometió a reparar lo que se había dañado (por ejemplo, de los diez andariveles, tuvieron que reponer ocho), y comprometerse a que todo estaría listo para agosto de 1966.

Y así fue. En los primeros días de agosto llegaron las comitivas extranjeras, la prensa y las estrellas de los equipos de esquiadores que venían a disputar las medallas de oro, plata y bronce.

Durante el día eran las competencias. Al término de estas, venía el momento de la camaradería, las conversaciones, los autógrafos, la celebración. Los diversos idiomas no fueron un problema para que las y los deportistas conversaran, jugaran naipes, ajedrez, taca-taca, se reunieran en el bar a compartir un cóctel, o simplemente pasear y despejarse dentro del recinto.

Diez días duró la competencia. Como en todo evento deportivo, hubo ganadores y perdedores. Pero cada una de las personas que estuvo presente, quedó con la sensación de que los acogió un lugar hermoso, la majestuosa blanca montaña que quizás, alguna vez, vuelva a ser la anfitriona de este magno evento.

AP Archive, Associated Press – Video del Mundial de Esquí Alpino en Chile 1966

 

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