Destacado del mes: Corea “La guerra olvidada”

6 de julio de 2023

Corea: “La guerra que nunca terminó”

A 70 años del armisticio.

Corea, una guerra olvidada, carente del impacto global de su precedente la Segunda Guerra Mundial sobre la que se han filmado decenas de películas y a la que los historiadores han dedicado cientos de libros.

Corea, un conflicto distante, sin el impacto mediático y político de su sucesora la Guerra de Vietnam, una guerra icónica que movilizó a miles de personas en pro de la paz.

Un anhelo inconcluso, un territorio con miles de años de tradición y una cultura que terminó fragmentada en dos, con personas separadas de sus familiares por un muro invisible, pero mucho más efectivo y duradero que el de Berlín.

Han pasado 7 décadas del armisticio que puso un cese al fuego al conflicto desatado en 1950 en esa lejana y por entonces desconocida península, el primer enfrentamiento de la Guerra Fría, la única instancia en la que las grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética se vieron las caras en el campo de batalla; 70 años de la guerra olvidada, la guerra inconclusa. 70 años de la Guerra de Corea.

Después de poco más de 4.000 años desde el surgimiento del primer Estado en la península, el reino de Corea cae bajo el dominio del Japón imperial a comienzos del siglo XX, manteniéndose en el estatus de colonia hasta la rendición nipona en la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses debieron retirarse de la zona. El 15 de agosto de 1945 fue el día de la liberación de los coreanos tras décadas de saqueo y opresión, sin embargo, la ansiada independencia distaría de materializarse pronto y tampoco sería un proceso fácil.

Apenas ocurrido el bombardeo de Hiroshima la Unión Soviética declara estratégicamente la guerra a Japón, justo cuando el conflicto llegaba a su fin, comenzando un avance hacia la península de Corea desde el norte, con el objetivo de expulsar a los japoneses y hacerlos retroceder a su territorio original, todo esto poco menos de una semana antes de que estos se rindieran. Este es el momento clave que sellaríal destino de la separación de la zona en dos naciones.

Este avance despierta la desconfianza en los Estados Unidos que lo impulsa a negociar un control dividido de la península con el objetivo de sacar a los japoneses, mantener la estabilidad y colaborar en el establecimiento de un gobierno coreano autónomo por primera vez en 35 años. Se impone aquí la arbitraria división del territorio en el paralelo 38, el control soviético al norte y el estadounidense al sur. Comienza a evidenciarse la tensión que caracterizó el fenómeno que conocemos como Guerra Fría, debido a las pretensiones de ambas potencias de que el futuro gobierno coreano quedase bajo su influencia política haciendo que pasaran varios años en los que sólo se profundizó la división de la zona.

Ante el paso del tiempo y las dificultades que representaba Corea, Estados Unidos intenta que la situación se resuelva con la intervención de Naciones Unidas. Sin embargo, la sugerencia de la entidad de que se lleven a cabo elecciones libres en la península, sólo se materializó en el sur en julio de 1848 y bajo la supervisión estadounidense, que ya había posicionado a Rhee Syngman, reconocido aliado de la potencia norteamericana, que por muchos años lideró un gobierno coreano provisorio en el exilio durante la resistencia a la invasión japonesa de Corea y quien resultó electo como el primer Presidente de la República de Corea que sería declarada como tal el 15 de agosto de 1948.

Por su parte la Unión Soviética, desconociendo la sugerencia de Naciones Unidas y como una clara declaración de las intenciones de mantener su hegemonía en la zona, nombra en septiembre de ese mismo año a un joven coreano, líder revolucionario comunista, como gobernante al norte del paralelo 38, Kim Il Sung, marcando el nacimiento de la República Popular de Corea.

El anhelo de libertad de los coreanos tras la rendición japonesa en 1945 no sólo demoró más de lo esperado, sino que se materializó en una fragmentación forzada de la península, de las familias, de la cultura y el nacimiento de dos naciones políticamente antagónicas y donde cada una albergó el deseo de la reunificación bajo sus ideales, situación que lejos de estabilizar Corea sólo significó una escalada de la tensión en la zona.

Tras la conformación de los dos gobiernos coreanos, Estados Unidos y la Unión Soviética se retiran de la península, mientras que  los norteamericanos tienen sus esfuerzos puestos en Japón y los soviéticos no tienen ningún interés en Corea.

Por otro lado, tanto Kim Il Sung como Rhee Syngman mantienen sus intenciones de reunificar la península bajo sus propios gobiernos, siendo el líder norcoreano el que más esfuerzos puso en emprender un avance hacia el sur. Sin embargo, carece de recursos suficientes para ello, por lo que busca el apoyo en sus vecinos para cumplir su objetivo. Se dice que intentó en cerca de cincuenta ocasiones que Stalin lo recibiera para presentarle sus intenciones y conseguir ayuda, lo mismo con Mao, transcurriendo todo el año de 1949 en aquellos infructuosos esfuerzos. Ni Rusia ni China tienen intenciones en ese momento de enfrentarse en guerra contra Estados Unidos si es que éste se involucrase en defensa de Corea del Sur, había pasado muy poco tiempo desde la Segunda Guerra Mundial y nadie quería un nuevo conflicto.

Finalmente, a inicios de 1950, es el propio Estados Unidos quien le da la oportunidad perfecta a Corea del Norte para materializar sus intenciones. En el marco de la intervención estadounidense en Japón y como un complemento al intento por evitar la expansión de la influencia comunista en Asia oriental, el gobierno norteamericano estableció un perímetro defensivo en la zona, incluyendo el archipiélago nipón y otros territorios circundantes, dejando sorprendentemente fuera a la península coreana. Algunas fuentes lo ven como un olvido, otros manifiestan que esto no fue más que la muestra del desinterés por dicho territorio y su situación política. Sea como fuese, esta situación fue el impulso que Kim necesitaba para poner en marcha sus planes.

Si la península no está bajo protección de los Estados Unidos, es porque no le interesa. Al menos así pareció ser interpretado por la Unión Soviética, quien después de muchos intentos por fin entrega su apoyo al gobierno norcoreano para la compra de armas y el equipamiento del ejército que necesitaría para avanzar contra su par del sur. El 25 de junio de 1950, a las 4 de la mañana de un domingo que parecía normal, las tropas de Kim Il Sung cruzan el paralelo 38 argumentando una supuesta agresión de parte de los surcoreanos, dando comienzo así a la Guerra de Corea.

Sólo tres días le tomó al ejército norcoreano ocupar Seúl, la capital del sur, lo que demuestra lo cerca que se encuentra esta ciudad de la frontera y la incapacidad de respuesta de los surcoreanos ante la invasión que sufrían en ese momento. Esto nos hace cuestionarnos el cómo fue posible que estando tan cerca y a sabiendas de las diferencias ideológicas que generaban tensión entre ambos gobiernos, Rhee no considerara la posibilidad de un avance sobre Corea del Sur. Además del hecho cuestionable de su parte de haber huido de la capital junto a sus más cercanos cuando la llegada del enemigo era inminente, instando a los civiles a permanecer en sus casas y, por si fuera poco, mandando detonar los puentes sobre el río Han, dejando a miles de personas y al menos la mitad de su ejército sin posibilidad de escapar.

Por su parte, también cabe preguntarse el por qué los militares estadounidenses en Japón ignoraron las advertencias de sus propios agentes de inteligencia apostados en Corea que advertían de la preparación del ejército al norte del paralelo 38 y de la evacuación de civiles en las aldeas norcoreanas cercanas a la frontera semanas antes del inicio de la invasión.

Ante esta situación, los surcoreanos responden con desesperación ante un ejército el doble de numeroso y con mejor armamento, diez veces más aviones de combate y alrededor de 200 tanques comprados a la Unión Soviética, de los cuales carecían completamente en el sur. La crueldad se hizo presente desde el inicio del conflicto, fusilamientos en masa por simple sospecha de apoyar al régimen contrario fueron la tónica de un conflicto del que poco o nada se sabía en el extranjero.

Poco más de una semana del cruce al paralelo 38, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al que recurrió Estados Unidos, aprueba la creación de un comando con tropas internacionales para apoyar a Corea del Sur. Esto involucró a 59 naciones, quienes enviaron soldados a la península, ayuda médica, provisiones y apoyo financiero. Casi dos millones de soldados de 16 países se movilizaron a una tierra desconocida y lejana para combatir en un territorio geográficamente complejo y contra un enemigo impredecible. Todo este contingente quedó al mando del general MacArthur, quien gozaba de enorme prestigio tras su actuación en la Segunda Guerra Mundial y quien estaba a cargo de Japón desde su rendición en 1945. Sin embargo, toda su experiencia no lo eximiría de cometer varios errores, políticos y estratégicos, que lo llevaron a ser destituido antes de cumplirse un año de guerra.

Acorralados durante semanas al sur de la península, en la zona del puerto de Busan, la segunda ciudad más grande de Corea del Sur en la actualidad, MacArthur planifica una operación para rodear al ejército norcoreano y luego hacerlo retroceder. Pese a las dificultades y lo arriesgado del plan, este resultó exitoso y permite a los aliados sentir el sabor del triunfo por primera vez desde iniciado el conflicto. Rápidamente recuperan Seúl y avanzan hacia el norte, de forma tal que para el mes de noviembre casi han alcanzado la frontera con China, motivando el ingreso de esta al conflicto, desequilibrando por completo el devenir de la guerra.

A partir de aquí, el panorama no fue nada alentador, para ninguno de los dos bandos. Las maniobras militares chinas tienen características diferentes de las que practican los occidentales, pues acostumbran a tomar al enemigo por sorpresa, sobre todo de noche, con ataques furtivos en los que acorralan a su blanco derrotándolos rápidamente. Mientras que por parte de los aliados el bombardeo aéreo de aldeas completas sin haber evacuado a sus habitantes y el uso de bombas de napalm parecía el único medio de resistir. Si a esto sumamos el componente geográfico montañoso y el invierno crudo que caracteriza el norte de la península el resultado no es otro sino un enorme costo humano.

A finales de 1950 las tropas aliadas se retiraron de la zona al norte del paralelo 38 por mar, llevando consigo a miles de civiles en calidad de refugiados en los diferentes buques en los que debieron abandonar la zona. Entre ellos está el SS Meredith Victory, un buque mercante que tiene a su haber el récord Guinness de la mayor operación de rescate de refugiados de la historia en un solo viaje, cuando al zarpar del puerto de Hungnam rumbo a Busan, un par de días antes de Navidad llevó consigo a un estimado de 14.000 civiles coreanos, ganándose el apodo de “barco de los milagros”.

Para inicios de 1951 y ya con la Unión Soviética involucrada en el conflicto, la guerra continúa con varias operaciones de parte de ambas partes, avanzando a veces, retrocediendo otras, hasta que llegando mediados de año el desgaste se hace evidente y el presidente estadounidense, Harry Truman, ha removido de su cargo a MacArthur por las profundas diferencias entre ambos en la forma de llevar adelante el conflicto, siendo una de las desavenencias más emblemáticas la solicitud del general de una  autorización para el uso de bombas nucleares como una medida para poner fin definitivo a los enfrentamientos.

Sin MacArthur al mando de los aliados y con ambos bandos estancados sin posibilidad de imponerse sobre el contrario, el 10 de julio de 1951, en la ciudad norcoreana fronteriza de Kaesong, iniciaron las negociaciones para poner fin al conflicto. Lamentablemente, éstas se extenderían por dos años, sin que por ello se detuvieran los enfrentamientos en los alrededores del paralelo 38.

Sobre las razones por las que las conversaciones para el cese al fuego se estancaron durante tanto tiempo pesa la profunda diferencia ideológica entre las partes, lo que se traducía en una desconfianza mutua respecto de los posibles acuerdos; junto con ello, está el hecho de que las Coreas no se reconocen entre sí como Estados válidos, pues persiste el deseo de la reunificación de la península de parte de sus gobernantes, quienes constantemente sabotearon las negociaciones al no sentirse conformes frente a la posibilidad de que persistiera la división de la península después de haber hecho los enormes sacrificios que implicó la guerra.

Finalmente, otro de los puntos difíciles de resolver, fue el intercambio de prisioneros o repatriación, tema sobre el que existen distintas interpretaciones, testimonios y versiones historiográficas del por qué resultó un problema a la hora de sellar el acuerdo entre los involucrados en el conflicto. No podemos olvidar que en una guerra las autoridades determinan quiénes y en qué circunstancias deben enrolarse en los ejércitos, siendo muy común y esperable que la obligatoriedad de participar del conflicto no implicase una simpatía ideológica con las decisiones del gobierno respectivo. Es muy probable, dada la naturaleza del conflicto, que muchos soldados no estuviesen de acuerdo con las ideas políticas de su propio país o que incluso simpatizaran políticamente con el contrario. Esta situación es la que da sustento a las versiones que señalan que, al momento de llevar a cabo la repatriación de prisioneros de guerra, muchos soldados capturados manifestaran el deseo de no querer volver a sus países prefiriendo quedarse muchos de ellos en Corea del Sur.

Así y todo, el 27 de julio de 1953 en la zona de Panmunjom, ubicada en la actual zona desmilitarizada entre ambos países, se firmó el Acuerdo de Armisticio de la Guerra de Corea que básicamente señala que, por un lado el Comandante Supremo del Ejército Popular Coreano y Comandante de los Voluntarios del Pueblo Chino, por el otro el Comandante en Jefe del Comando de Naciones Unidas y tras el gran esfuerzo y sufrimiento que implica la guerra establecen el armisticio con el objetivo de poner fin a las hostilidades y actos militares en la península mientras se logre un acuerdo pacífico final. 

Queda claro que este es un conflicto que merece absolutamente la atención que recibe hoy de parte de la historiografía y la ciencia política, pues durante muchas décadas se le consideró un conflicto menor. Sin embargo, hoy cobra especial relevancia cuando ambas naciones se han hecho más conocidas a nivel global y despiertan el interés por su historia y su cultura, llamando la atención por el profundo contraste entre el norte y el sur pero también por las innegables similitudes entre ellas fruto de siglos de tradición e identidad común hasta que se convirtió en el primer escenario de la Guerra Fría.

 

Referencias.

Carlos Fernández Liesa, Emilio Borque Lafuente. “El conflicto de Corea”. Ministerio de Defensa de España

David Halberstam, La guerra olvidada. Historia de la guerra de Corea. Editorial Crítica, 2006

Carter Malkasian. The Korean War, 1950-1953. Essential Histories, Orprey Publishing, 2001

Federico Martín Maglio. “La guerra de Corea”. 2006 https://historiauniversal748.files.wordpress.com/2016/12/la-guerra-de-corea.pdf

 

Sitios recomendados

Imperial War Museums. 25 photographs of the Korean War. https://www.iwm.org.uk/history/25-photographs-of-the-korean-war

Imperial War Museums. Voices of the Korean War. https://www.iwm.org.uk/history/voices-of-the-korean-war

Archivo fílmico del Museo Nacional de Historia Contemporánea de Corea https://archive.much.go.kr/history_films.do

 

 

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