Objeto del mes | Las grandes amistades: Gabriela Mistral y Eduardo Frei Montalva

3 de enero de 2017

Muchas veces a lo largo de nuestras vidas hemos conocido a personas que nos han marcado profundamente… Al cumplirse sesenta años de la muerte de la poeta, este 10 de enero de 2017, dedicamos nuestro objeto del mes a la amistad que compartió con el Mandatario chileno.

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El retrato a lápiz de Gabriela Mistral, con dedicatoria de la poeta a Eduardo Frei Montalva, aún se conserva en el segundo piso de Casa Museo EFM.

Lucila Godoy Alcayaga nació en el pequeño poblado de Vicuña, al norte de nuestro país, en abril de 1889. Eduardo Frei Montalva nació en la ciudad de Santiago, la más grande del territorio nacional, en enero de 1911. Cuando Eduardo apenas tenía tres años, Lucila obtenía los primeros reconocimientos por su obra y comenzaba a utilizar el seudónimo que la haría famosa a nivel internacional, Gabriela Mistral. Era el año 1914… (1)

Mientras Gabriela buscaba su lugar en el mundo y se forjaba un importante prestigio fuera de nuestro país, residiendo a veces en América y otras veces en Europa en funciones diplomáticas, Eduardo se convertía en un destacado líder universitario y se acercaba cada vez más a la carrera política que lo llevaría a la presidencia un par de décadas más adelante. Gracias a su labor de dirigente de la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos (ANEC), al joven Frei se le presenta la oportunidad de viajar a Europa por primera vez en su vida. Es en este momento cuando estos dos personajes se conocen, en Madrid, un 9 de abril de 1934.

“…Caminaba por las calles de Madrid en dirección al Consulado de Chile con la esperanza de conocer a quien entonces desempeñaba el cargo de Cónsul: Gabriela Mistral […] Llegué cerca de las cuatro de la tarde y fui recibido de inmediato. En ese instante mismo, tuve la impresión imborrable y definitiva de haber conocido a una mujer que estaba más allá de lo que llamamos la inteligencia.” (2)

A partir de ese instante surgió una profunda amistad entre el joven Eduardo Frei y la ya reconocida poeta. Como dice Cristián Gazmuri en Eduardo Frei Montalva y su época, “la distancia y el paso del tiempo no debilitaron la confianza de estos primeros encuentros. Una fluida en interesante correspondencia-iniciada en 1939-reforzaría una amistad que sólo se quebró con la muerte de Gabriela.” (3)

Una mirada rápida a ese nutrido epistolario, que se conserva dentro del Archivo Histórico de Casa Museo Eduardo Frei Montalva, además de las propias memorias del ex Mandatario, nos van dando luces de la admiración y el respeto que se dio entre ellos. Los temas de los mensajes intercambiados eran profundos y diversos, siempre en sintonía con la realidad política y social de la época, muy acorde con el nivel intelectual de estos personajes.

En un comienzo las cartas tratan sobre asuntos patrimoniales que Gabriela le pide a Frei manejar, particularmente sobre unos pocos bienes que ella mantiene en Chile y que le pide liquidar, a fin de utilizar el dinero para vivir en Europa. También, y como una muestra de la confianza que ella va depositando en él, le pide ocuparse de su hermana Emelina, la que a su avanzada edad es cuidada incluso a la distancia por Gabriela.

A medida que avanzamos en las cartas, podemos apreciar cómo ambos van compartiendo opiniones, temores y críticas sobre la situación de Chile y el mundo (en plena Segunda Guerra Mundial). Conforme la confianza crece, las emociones fluyen en sus mensajes, Gabriela va expresando sus contratiempos económicos, la soledad que siente al vivir lejos de su país, pero también su decepción por el trato que percibe como ingrato de parte de algunas personas, medios de prensa y autoridades en Chile, mientras hacia él siente una gran gratitud.

“Ha sido para mi gran descanso saber que lo tengo a usted allá, con más razón ahora que me faltan los Errazuriz. Esta pobre persona errante, Frei, a quien van a ver 50 o 70 señores y señoras por día cuando está en Santiago, desde lejos no sabe a quién dirigirse, no tiene más que un puñadito de amigos reales. Algunos de los míos, y más seguros, se me han muerto; otros han dejado de quererme; otros son comodones y no se dan molestias. Sea usted mi Pedro, mi piedra sólida y durable de Chile.” (4)

Un aspecto que ambos tuvieron en común y que contribuyó a estrechar sus lazos fueron sus creencias religiosas e ideológicas. Ambos fueron social-cristianos, lo que llevó a Gabriela a seguir permanentemente la carrera política de Frei y a él a solicitar recurrentemente su opinión y consejo. Ella lo instó en varias de sus cartas a ser un actor protagónico del quehacer nacional y a mantenerse firme respecto de sus convicciones, sobre todo cuando la situación interna se volvía compleja en esta materia y la Falange se perfilaba como una pieza política relevante.

Por esa misma fecha Frei prepara un nuevo libro, La Política y El Espíritu, siendo uno de sus anhelos que su amiga hiciera el prólogo de éste, como lo manifiesta en una carta: “Gabriela, pienso publicar un librito que tengo ya terminado. Toda mi ilusión sería que usted le escribiera un prólogo […] Si no puede dígamelo con franqueza. Su buena amistad, está en la franqueza y yo en los dos casos quedaría igualmente conforme. Pero en cualquier caso contésteme si le es posible pronto, para enviarlo a la imprenta.” (5)

Gabriela acepta, recibe una copia del texto que Frei le envía, lo lee y le hace llegar sus apreciaciones al respecto. Llena de admiración le dirige estas letras:

5 de enero 1939“He leído la obra capítulo a capítulo, en un largo goce. Siento complacencia en el equilibrio que Dios le ha dado para manejar el tema social valerosamente y sin perder el tino necesario al que maneja fuego; me conmueve su radical honestidad en el trato de adversario, verdadero fenómeno en un ambiente como el nuestro, donde se niega al enemigo no ya la sal, sino aire y suelo, y me admira la capacidad de síntesis que le ha librado de la pulverización en que paró el análisis de los ensayistas en el siglo pasado. Creo que muy pocos han sabido en Chile el crítico social de primera agua que había en Ud…” (6)

Finalmente el libro sale a luz en 1940, con un flamante prólogo de Gabriela Mistral, escrito en Río de Janeiro hacia agosto de ese año, que abarca 20 páginas en la primera edición y que ella firma cariñosamente como “…su amiga y paisana”.(7)

Como dos buenos amigos las alusiones a la familia y las demostraciones de afecto son permanentes en el epistolario sobre el cual nos hemos basado. Eduardo Frei envía noticias a Gabriela sobre sus hijos y la mantiene al tanto del nacimiento de un nuevo miembro en su familia. Siempre la insta a que los visite en Chile, para que las conozca, pues por estas fechas el matrimonio tiene solo hijas. Frei le cuenta cómo le habla a sus niñas de ella, les lee su poesía, incluso la memorizan.

Pero también se comparten sucesos dolorosos, como la muerte de Juan Miguel, el querido Yin Yin de Gabriela, su sobrino de apenas 18 años, en 1943. Hecho que deja una profunda pena en ella, la cual comparte con su amigo en una de sus cartas.

“La cabeza me rueda por las noches. Y es que, precisamente en los últimos tres meses, cuando Connie se fue a trabajar a su Embajada, quedamos solos en este caserón y vivíamos una especie de idilio. El tomó conciencia de golpe de mi enfermedad y me cuidaba con un primor, con una tal delicadeza, Frei, que nunca le vi más tierno para mí. No hay manera de que, racionalmente, yo entienda este suicidio […] Ay, amigo mío, del destrozo intimo yo no podré rehacerme: él era el aroma y, sin metáfora, la llama dulce de mi vida…” (8)

Él por su parte, apenas se entera de la noticia de manos de Gabriela, le dedica palabras afectuosas en un intento por acompañar el dolor y la soledad que ella le expresa. Le escribe en octubre de 1943:

“Ahora que la sé tan triste la acompañaré más desde lejos y si algunas veces se siente muy sola, sepa por lo menos que en Chile hay quienes la quieren muy de veras y que están muy cerca de usted.” (9)

Un par de años más adelante, un nuevo acontecimiento marcará la amistad de estos personajes, pero esta vez será una feliz ocasión. El 15 de noviembre de 1945 la poeta nacional fue notificada de haber sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura. La noticia en Chile se supo rápidamente y para Eduardo Frei debió tener un significado especial, su amiga Gabriela era la primera mujer y latinoamericana en recibir aquella distinción. Le comunicó rápidamente su felicidad a través de un telegrama:

“Todos los chilenos y particularmente su amigo que la recuerda siempre hemos experimentado inmenso júbilo por tan alta distinción. Atentos saludos. Frei”. (10)

 

Esta magna distinción no pasaría desapercibida, pues fueron numerosas las reacciones en nuestro país al saberse esta noticia. La prensa se llenó de elogios, su poesía se recitaría en muchas escuelas, pero ella seguiría lejos de estas tierras.

En sus cartas posteriores, Frei siempre insta a Gabriela a visitar Chile. Sin embargo Gabriela no vendrá a nuestro país hasta 1954 cuando, invitada por el gobierno y recibida con grandes honores, visite su tierra natal por última vez antes de morir. (11)

Antes de eso se excusó constantemente con su amigo, incluso lo anima a él a visitarla, pues para ella venir a Chile significaba un esfuerzo mayor, ya para inicios de 1950 su salud se presenta deteriorada, lo que sumado a sus labores diplomáticas y sus constantes viajes entre Europa y América le hacen difícil una estadía en su país natal.

En paralelo Frei y su sector político van haciéndose más visibles en el escenario político, con un trabajo que va rindiendo frutos hasta que en 1949, tras varios intentos, es electo Senador por Coquimbo y Atacama. Para él, aparte del triunfo político, representar a las tierras de su amiga ante el Congreso tiene un especial significado y se lo hace saber en sus mensajes.

“Hace más o menos un mes, una noche fui proclamado en la plaza de Vicuña.- Era una noche maravillosa, con una luna radiante.- Había más de 500 hombres, la mayor parte campesinos del Valle del Elqui.- Comencé haciendo un recuerdo suyo y de sus versos que describen esas montañas y esas tierras.- No sabe Ud. cuánta emoción traía para mí y para esas buenas gentes el recordarla.- “ (12)

Retrato de Gabriela Mistral, realizado por Juan Francisco González hacia 1924. Colección de Pintura de Casa Museo EFM.

Retrato de Gabriela Mistral, realizado por Juan Francisco González hacia 1924. Colección de Pintura de Casa Museo EFM.

Así, mientras las vidas de ambos avanzan, uno en el extranjero, el otro en Chile, los diferentes acontecimientos que los marcan, para bien o para mal, fueron motivo constante para estrechar un lazo que podemos percibir como profundo. Las muestras de afecto fueron constantes, el intercambio de opiniones también. Gabriela envió a través de Frei varios artículos que fueron incluidos en diversas publicaciones falangistas de la época o en periódicos chilenos. A su vez, él la mantenía al tanto no sólo de los acontecimientos de su vida privada, sino también de sus pasos políticos, solicitando siempre su consejo.

En 1954 fue la última ocasión en que Gabriela viajó a Chile. Su visita fue recibida con múltiples muestras de júbilo, afecto y admiración tanto en la capital como en su querido Valle del Elqui. Existen varios testimonios gráficos de ello, la prensa y la gente la siguieron en cada momento.

Sin embargo su deseo de volver a Chile y morir en su tierra se vieron truncados por las circunstancias del destino. La vida de Gabriela llegará a su fin muy lejos de su añorado Montegrande, el 10 de enero de 1957 en Nueva York, Estados Unidos.

“Se me va todo, se nos va todo. Apenas puedo despedirme”(13)

Para Eduardo Frei Montalva la noticia tuvo sin duda especial repercusión. Su amiga de años dejaba de existir. No tardó en expresar abiertamente su pesar, afecto y admiración, además de la esperanza de que el legado de Gabriela Mistral trascendiera en tiempo. La primera ocasión pública para hacerlo fue un homenaje que le rindió el Senado chileno, del cuál era miembro, a pocos días de su muerte. Ahí realizó un emotivo discurso, donde recalcó las virtudes de esta mujer que marcó su vida profundamente.

“En esta hora, sabemos que no hemos perdido sus versos admirables, ya que nos pertenecen, ni su prosa rica y original. Lo que hemos perdido es su persona.

[…] Tenía el extraño semblante y actitud de las antiguas sacerdotisas. Pero nada igual a oírla conversar: parecía que su mente estuviera en perpetuo trabajo, y en el lento desgranar de sus palabras, había como una continua búsqueda de las raíces esenciales de la vida, con un valor y una sinceridad totales, que eran como el signo y la fuerza de su genio.

[…] Y la verdad es que cuanto más se penetra en la vida y en el pensamiento de esta mujer que nos lega un inagotable manantial de belleza y de bondad, todo lo mejor que tiene el alma de Chile cobra en ella una nueva y más rica expresión, y quedarán para siempre incorporados al paisaje chileno sus rostros de niños, sus mujeres sufridas, sus pequeñas escuelas, su pobrerío, como ella lo llamó, por donde circuló su amor de maestra, de niña pobre, de mujer de nuestro pueblo, crecida en el amargo pan de la pobreza, para llegar a ser como un símbolo de sus riquezas, de su desamparo, de su amargura honda, de sus sueños, que ella pudo cantar porque fueron suyos.” (14)

Muchos años más adelante, él la seguirá recordando. De hecho, cuando se cumplieron 10 años de la muerte de Gabriela Mistral, Eduardo Frei Montalva ocupaba el cargo de Presidente de la República (algo que para ella fuere entre un deseo y un vaticinio, tal como le ocurriera con Pedro Aguirre Cerda) (15), y se realizaron varias actividades en su honor, incluso se conformó un comité a cargo de los homenajes. (16)

Hoy, Casa Museo Eduardo Frei Montalva custodia tanto el epistolario entre estos dos personajes de nuestra historia, como un dibujo firmado por Gabriela Mistral y un retrato que el artista Juan Francisco González hiciera de ella, y que fuera regalado a Frei Montalva en 1964 por su vecino y pariente del pintor don Guillermo González.

En los últimos años de su vida Frei Montalva decide escribir sus Memorias, las cuales no alcanzó a finalizar antes de morir y solo abarcan desde 1911 hasta 1934. En ellas le dedica varias páginas al recuerdo del día en que conoció a Gabriela y comparte extractos de sus cartas. Con afectuosas palabras se refiere a su persona, a la amistad que los unió, a su intelecto y las impresiones que le dejó esta mujer…

“Al igual que en el caso de Maritain nació en aquellos días de Madrid, una amistad que duró hasta su muerte. En mi pieza de trabajo tengo dos fotografías: una del filósofo y otra de esta gran mujer chilena. Ella, en un pequeño dibujo que la retrata, puso una dedicatoria que no me resisto a copiar aquí, aunque pueda parecer y sea pretencioso. Con su letra escribió: ‘Para Eduardo Frei, suave, austero, para gobernar hombres’.” (17)


Notas:
(1) Biblioteca Nacional de Chile. Ibíd. P. 45.
(2) Archivo Histórico Casa Museo Eduardo Frei Montalva (AHCMEFM). Carpeta 27. Homenaje a Gabriela Mistral. Discurso pronunciado por Eduardo Frei Montalva en la 25ª Sesión del Senado de la República, 22 de enero de 1957.
(3) Gazmuri, Cristián. Eduardo Frei Montalva y su época. Tomo I. Aguilar Chilena de Ediciones. Santiago de Chile, 2000. P. 184.
(4) AHCMEFM. Carpeta 12. Carta de Gabriela Mistral a Eduardo Frei Montalva. 15 de junio de 1939.
(5) AHCMEFM. Carpeta 17. Carta de Eduardo Frei Montalva a Gabriela Mistral. 15 de abril de 1940.
(6) AHCMEFM. Carpeta 14 Carta de Gabriela Mistral a Eduardo Frei Montalva. Agosto de 1940.
(7) Frei Montalva, Eduardo. La política y el espíritu. Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1940. P. 29.
(8) AHCMEFM. Carpeta 15. Carta de Gabriela Mistral a Eduardo Frei Montalva. 1943.
(9) Ibídem.
(10) AHCMEFM. Carpeta 17. Telegrama de Eduardo Frei Montalva a Gabriela Mistral. 16 de noviembre de 1945.
(11) Biblioteca Nacional de Chile. Ibíd. P.48.
(12) AHCMEFM. Carpeta 17. Carta de Eduardo Frei Montalva a Gabriela Mistral. 2 de abril de 1949.
(13) Quezada, Jaime (comp.). Ibíd. P. 237
(14) AHCMEFM. Carpeta 27. Homenaje a Gabriela Mistral. Ibíd.
(15) Quezada, Jaime (comp.). Ibíd. P. 261
(16) Archivo de Prensa Casa Museo Eduardo Frei Montalva (APCMEFM). Aniversario de muerte de Gabriela Mistral. El Mercurio. Santiago, 10 de enero de 1967. P. 17
(17) Frei Montalva, Eduardo. Memorias 1911-1934. Editorial Planeta. Santiago de Chile, 1989. P. 66.

 

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